—Nazneen ocupaba la cabecera de su corte —comenzó ante todos—. Un gran y abierto espacio construido con el mármol más fino que brillaba bajo la luz del sol.
Sus cortesanos, nobles y asesores la rodeaban —continuó—. Sus caras eran una mezcla de escepticismo y curiosidad. Estaban discutiendo asuntos de estado, sus voces eran una sinfonía de opiniones y sugerencias que llenaban el aire.
—Nazneen no sabía más que ellos —relató—, y sus opiniones cambiaban dependiendo de quién creía que la sugerencia era mejor. Afortunadamente, tenía a Noah, quien se encargaba de tomar nota de todo y escuchaba junto a ella. También había nombrado a Emere, una joven e inteligente dragón hembra que también escuchaba atentamente.