"Ravina se quedó en las sombras, con los ojos abiertos de horror, mientras veía desplegarse el caos ante ella. Su padre finalmente había despertado, pero no en el estado que ella esperaba. La ira lo consumía, sus ojos salvajes y desenfocados, como si estuviera luchando contra demonios que solo él podía ver.
Sus gritos y gruñidos resonaban por la sala, un clamor gutural que enviaba escalofríos por la espalda de Ravina. Intentó rasgar su ropa, sus uñas se hundían en la tela, dejándola destrozada y rota. Luego, dirigió su furia contra las paredes, arañándolas como si intentara escapar de algo. Los cuadros fueron arrancados de sus lugares, estrellándose contra el suelo en una lluvia de vidrio y astillas.
—¡Padre! —Ravina llamó en un intento de detenerlo y redirigir su atención, pero era como si no pudiera escucharla.