—Los dedos de Ares se deslizaron por la suave piel de su pierna mientras él la observaba hundiéndose en su brazo. Dejó caer la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su cuello para él. No estaba seguro de qué era más tentador; la curva de su cuello o esos exuberantes labios entreabiertos mientras sus dedos bajaban por su muslo.
—¿Hambre o sed? Ya no podía distinguir la diferencia. Lo quería todo. El resplandor de miel de su piel a la luz tenue, era suficiente para darle el impulso de desnudarla.
—Sus muslos se tensaron cuando sus dedos se deslizaron por dentro, aún recorriéndola a su manera y ella gimió cuando él rozó su falda para subir por su cintura. No se le daba bien las provocaciones o simplemente no estaba acostumbrada a ellas. Los hombres eran impacientes con ella y normalmente era ella quien los provocaba, pero le dejó hacerlo a su manera.