—Aquí.
—¿Qué es? —preguntó Ravina tomando el pequeño libro de la mano de Chanan.
—Es el lenguaje antiguo.
Ella lo miró confundida.
—El puede usarlo. Esta es una versión simplificada con traducción. Me dijo que te lo diera.
¿Él? ¿Ares?
—¿Crees que puedo hacer eso?
—Es mejor intentarlo. Las cosas han cambiado.
Ella asintió. —Está bien. Gracias.
Mientras Malachi estaba ausente del trabajo, Ravina se sentó en su cama y trató de revisar el libro. Era viejo pero bien conservado. Tuvo una extraña sensación al sostenerlo, como si fuera protectora con él. Sintió las páginas con los dedos y observó la caligrafía. Quien lo escribió era talentoso. Incluso sintió ganas de olerlo.
Acercándolo a su nariz, olió algo único para sus sentidos. Le recordaba un poco al incienso quemado en el templo, humo y algo más; el olor de un hombre, pero no de Ares. ¿Por qué se sentía atraída por este olor?