—¿Qué pasó con tus compañeros dragones? —preguntó Malachi al cautivo—. Lo reconocí de hace muchos años cuando era más joven, pero no lo había visto desde entonces.
—Deberías concentrarte en otras cosas, rey Malachi —respondió el dragón—. Das la bienvenida a humanos y otras extrañas criaturas en nuestro reino. Tienes cosas más grandes en qué pensar —escupió.
—¿Qué otras criaturas?
—Ni siquiera lo sabes —el dragón se levantó de su asiento y se acercó a la puerta de la celda. Sus ojos se clavaron en los suyos—. Lamentablemente, yo tampoco sé mejor, pero has invitado problemas a tu hogar.