"Malachi nunca había sido superado por tal necesidad intensa. Era como si se hubiera poseído. El olor a fertilidad, su compañera, y el despertar sexual hicieron despertar a la bestia en él. El fuerte deseo combinado con frustración, cólera, posesividad, y celos que había intentado contener ahora hacían que ardiera.
Se movió, colocándola en la cama con él encima. Sostuvo su peso cuando ella se estremeció ligeramente y él recordó sus heridas. Ravina abrió sus ojos y lo miró con la cara ruborizada y las pupilas dilatadas. Respiraba pesadamente, su pecho se elevaba casi al punto de tocar el suyo y luego caía.
Sí, le gustaba su piel pálida que mostraba este rubor rosado tan claramente. Era como un lienzo en blanco en el que él podría pintar y quería tener la marca de sus labios en su delgado cuello.
Recordando las marcas que Ares había dejado en ella, —Eres mía, Ravina —casi gruñó y luego estrelló sus labios en los de ella.