—Ares no se vio afectado por la acusación de Malachi, pero Ravina sintió sus dedos enfriarse. Sí, había planeado todo esto con Ares.
—Eso no es del todo cierto, pero si lo dices, entonces tienes que agradecerme por... —miró a Ravina nuevamente, insinuando lo obvio.
La mandíbula de Malachi se tensó. No le gustaba la idea de deberle a Ares algo.
Ravina solo se sintió más insegura al ver a los dos hombres conversar. Dos hombres a los que apreciaba y ahora era un mar de confusión. Esto no era lo que había imaginado al volver a encontrarse con Ares y tampoco cómo pensó que se sentiría ante este extraño sentimiento. Había pensado que solo sentiría felicidad y alivio, y sí lo sentía, pero había algo más y estaba reflejado en sus ojos cuando la miraba.