—¿Estar a su lado? Ella lo miró sin estar segura de lo que eso significaba. —¿Qué le estaba pidiendo exactamente?
Él sacudió suavemente la cabeza con una sonrisa. —Mis disculpas. Eso fue demasiado rápido.
—Solo... No sé a qué te refieres —admitió ella.
Él sonrió amablemente. —Tiene sentido. Tendremos que pasar más tiempo juntos para que yo pueda preguntar y tú puedas entender qué quiero decir y ser capaz de decidir.
—¿Pasar más tiempo? —A ella le gustaba eso. De todos modos, estaba aquí, esperando a que Russell despertara.
Efraín la llevó a caminar por el gran jardín. —Háblame de ti misma —insistió.
—¿Qué quieres saber?
—Todo.
—El rió. —Bueno, mi padre era un dragón plateado, una mezcla de un dragón blanco y negro. Mi madre era humana. Ella era lo que llamamos una domadora de dragones.
—¿Domadora de dragones?