—¿Castigarle?
—¡Oh, cómo había querido hacer eso! Había querido castigarlos a todos y luego a ella misma, su último castigo siendo desaparecer de este mundo.
Desaparecer. Ese aún era un sueño. Uno que había estado cerca de lograr y que probablemente habría logrado si no fuera por un sueño más grande. Ver a su hermana.
—Malachi miró su tobillo magullado mientras Nako volvía con un tazón de agua fría con hielo. Ravina estaba segura de que no le dio instrucciones sobre cómo prepararlo, but él tomó el tazón y luego levantó sus pies, colocándolo debajo.
—Resiste...
Solo metió los pies en el agua fría sin inmutarse. Lo necesitaba. El dolor o lo que fuera que fuera. La sensación de castigarse a uno mismo. Doloroso pero calmante. Solo tenía que luchar contra el suave suspiro que amenazaba con escapar de sus labios.
—Malachi la miró, perturbador al estar de rodillas. Ella no sabía por qué esto siempre la molestaba.
—Eres descuidada.
—Lo sé.