—Este hombre….
Ravina estaba haciendo todo lo posible por no mirar hacia abajo, pero era difícil. Sus ojos no obedecían, así que ignoró su mente y miró. ¿Y qué? Él andaba medio desnudo todo el tiempo de todos modos, pero aún así, no podía evitar la calidez que subía a su cara. Su cuerpo sabía que lo estaba mirando, a diferencia de las otras veces que solo echaba un vistazo y seguía adelante.
Su cuerpo estaba húmedo, brillaba con gotas de sudor que adivinaba ya que sus músculos estaban tensos como si hubiese hecho un trabajo pesado. Las venas de sus brazos eran más prominentes y las que se encontraban bajo su ombligo yendo justo hacia sus pantalones. Su cara ardió, al darse cuenta dónde estaba mirando.
Levantó la vista rápidamente cuando él se acercó.
—¿Por qué... estás mojado? —preguntó.
¿Qué había estado haciendo en medio de la noche?