—Malachi se tensó. No pensó que se atrevería a poner sus manos en su torso desnudo. Su tacto era fresco y calmante en la fiebre que estaba abrasando su cuerpo. Todavía estaba luchando contra la infección y ni siquiera un baño frío ayudaba.
—Tener sus manos tan frías en su cuerpo le provocaba algo distinto. Quería que le enfriara por todo su cuerpo. Tocar más de él, pero sabía que eso le inflamaría de otras formas con las que no quería lidiar.
—Era suficiente que estuviera vestida de esta forma que hacía que su cólera desapareciera tan rápido que era embarazoso. Pasaba de sentirse completamente asqueado a estar en asombro. Dios. Los animales podrían superarlo en eso.
—Estás muy caliente —dijo, y él pudo sentir su aliento contra la nuca de su cuello. Todo su cuerpo se puso rígido—. Puedes estar enfermo.
—Bueno, soy de carne y hueso. ¿Qué pensabas que ocurriría después de torturarme? —dijo, dirigiendo su caballo en la dirección que quería ir.