Al ver la mirada soñadora en el rostro del médico principal, Steffan ya tenía una idea vaga pero no quería sacar conclusiones precipitadas.
—¿De quién exactamente estamos hablando! —exclamó.
El Dr. Sullivan estaba divertido con lo emocionado que estaba Steffan.
—Por ese destello en tus ojos, sospecho que ya has hecho una suposición —respondió.
—¿Estamos hablando de la Dra. Janice aquí? —Steffan estaba tan emocionado como un niño en la Nochebuena, esperando el amanecer para finalmente abrir su paquete.
Una leve sonrisa del Dr. Sullivan confirmó que su suposición era correcta.
—Pero su visita debe mantenerse en secreto —advirtió—. Solo unos pocos de ustedes están al tanto de esa información ya que ella no quiere que su vida privada sea interrumpida.
—Sabes que puedes confiar en mí —respondió Steffan—. Eso era un asunto simple. Si eso implica que él organice su disfraz, él la mantendría con gusto alejada de cualquier mirada indiscreta.