George era así, nunca prometía lo que no haría… al menos en lo que a ella respecta, ya que no sabía sobre los otros.
Eso terminó recordándole por qué había venido a la habitación y se apresuró a quitarse la máscara y a lavarse rápidamente la cara.
Cinco minutos después, emergió de nuevo con la cara fresca y sin máscara.
Al mirar la bella cara a la que estaba acostumbrado, George dejó escapar un suspiro exagerado de alivio. —Mucho mejor.
Lauren sonrió con suficiencia y se acomodó en el sofá. —Vamos, cuéntalo. ¿Qué está pasando entre tú y Ariel?
La cara de George se volvió seria de inmediato y por un momento no dijo nada, probablemente pensando en dónde o cómo empezar lo que quiera que fuera que quisiera hablar.
Lauren tampoco tenía prisa ya que todavía estaba reflexionando sobre la idea de ser accionista en una de las firmas de café más prestigiosas del mundo.