Dolly salió de su coche con Steffan, en cuanto el conductor se detuvo en el estacionamiento de El Lugar de los Maestros.
Había elegido deliberadamente un vestido plateado que hacía justicia a su atractiva figura, ya que sabía que hoy llevaría a Steffan a almorzar.
Tomó la mano de Steffan, que colgaba perezosamente a su lado.
Una mirada curiosa de Steffan se encontró con su sonrisa aparentemente inocente, lo que hizo difícil para Steffan rechazar su gesto.
Cualquiera que los viera juntos no dudaría de que estaban en una cita, y eso era exactamente lo que Dolly sentía en ese momento. Había imaginado esta escena durante mucho tiempo y verla cumplida hoy era un gran logro de su parte.
Fueron recibidos por el suave resplandor del candelabro y el aroma de exquisitos platos al entrar en el restaurante.