"Kathleen no estaba mejor tampoco. Había estado conduciendo sin rumbo desde que dejó a Shawn.
Su corazón estaba pesado y sus ojos llenos de lágrimas que se negaba a derramar en público. Mientras conducía, su mente estaba consumida por los pensamientos de las acusaciones de Shawn, la burla en sus ojos y la forma en que había pensado tan mal de su dignidad.
Cada acusación se sentía como una daga atravesando su corazón y las lágrimas corrían por sus mejillas mientras intentaba darle sentido a lo que acababa de suceder.
Añoraba la tranquilidad de la carretera abierta, donde podría enfrentarse a su dolor y tratar de reparar su corazón herido.
No sabía en qué momento salió de las concurridas calles de la ciudad a las afueras de la ciudad.
El motor del coche ronroneaba bajo ella, el camino se extendía interminablemente frente a ella.
Kathleen conducía con determinación para desahogarse, su agarre al volante era fuerte, sus nudillos blancos.