—Pero no puedes seguir así —comenzó Kathleen.
—No es asunto tuyo. Lo único que tienes que hacer es concentrarte en la recuperación de mi abuela y olvidarte de lo que viste hoy.
Con eso, se puso de pie pero se mareó al instante. No sabía si era la debilidad interna que sentía al enfrentarse a la insensible Kathleen o era la del último ataque que lo despojó de todas sus fuerzas.
—Hizo todo lo posible para obligarse a mantenerse despierto. Después de estabilizarse, se puso de pie con su espalda recta, luego dio pasos laboriosos hacia su departamento.
Su mirada siguió la espalda del hombre que partía y que obviamente necesitaba ayuda pero fingía estar bien.
Lo observó hasta que había desaparecido completamente de su vista, sacudió la cabeza con pena y entró en su coche para irse.
«¿Qué pasa con la actitud? Resopló. Incluso estoy tratando de ayudarlo y aún así no lo aprecia».