En la madrugada, a las 3:00 a.m., la reina Galiana activó el artefacto de transporte, que la llevó directamente al templo de los sabios místicos. Al llegar, las imponentes puertas de acero del templo se abrieron de par en par, revelando al sabio Adelfried, quien aguardaba la llegada de la reina. Galiana cruzó el umbral del templo y se encontró con Adelmo, Gerard y Verner, quien sostenía al Príncipe Ancel en sus brazos. El pequeño, envuelto en una suave cobija de color azul, dormía plácidamente, ajeno a la importancia del momento.
Verner, al notar la presencia de Galiana, se acercó con cuidado y, con un gesto de ternura, le entregó al príncipe Ancel, permitiendo que la madre sostuviera a su hijo. La escena estaba impregnada de un profundo sentido de conexión y amor familiar, mientras la reina miraba a su hijo con una mezcla de alegría y protección.
-Ha llegado el momento de que viajes a la Tierra para ser adoptado por los Anderson. Estoy convencida de que te brindarán el cuidado que mereces, ya que son la familia elegida para protegerte, comentó Galiana mientras observaba a Ancel, que dormía plácidamente en sus brazos, envuelto en una suave manta azul.
-Ancel estará en buenas manos, reina Galiana -respondió Gerard.
-Así es, Gerard -asintió la reina Galiana.
-Es el momento de partir; Lear me llevará a la Tierra -añadió.
De manera inesperada, Aura, el oráculo, se manifiesta en el templo de los sabios místicos.
-Qué inesperada visita, Aura, el oráculo ha venido a vernos-comentó Adelmo al dirigir su mirada hacia Aura, el Oráculo.
-Si ha llegado hasta nuestro templo, debe haber un motivo importante-añadió Gerard, acariciándose la barbilla mientras observaba a Aura, el Oráculo.
-Saludos a todos, he venido para acompañar a Galiana a la Tierra-anunció Aura, el Oráculo.
-¿Vas a acompañarme a la Tierra?-preguntó la reina Galiana, mostrando sorpresa al escuchar a Aura, el Oráculo.
-Así es, Galiana. Además, no puedes presentarte con esa vestimenta en el mundo humano; parecerías fuera de lugar. Sería mejor que adoptaras la vestimenta que ellos utilizan, así pasarás desapercibida-explicó Aura, el Oráculo.
-Está bien-respondió Galiana.
-Al llegar al Planeta Tierra, nos dirigiremos a una ciudad conocida por los humanos como Minnesota, donde se encuentra un orfanato que acoge a niños para ser adoptados por familias. Es allí donde los Anderson han decidido ir para adoptar a un niño, explicó Aura, el oráculo, mientras utilizaba sus poderes de ilusión para recrear la ciudad de Minnesota y el orfanato donde Galiana debería dejar a Ancel.
-Es triste ver a esos niños humanos esperando ser acogidos por una familia que les ofrezca el amor de unos padres adoptivos -comentó Galiana, observando con compasión a los pequeños que carecían de padres biológicos.
-Galiana, debemos ingresar al orfanato a las ocho de la mañana, ya que estará abierto a esa hora. Solo necesitas dejar a Ancel y luego marcharte -indicó Aura, el oráculo, dirigiendo su mirada hacia Galiana.
-Está bien, pero me iré de ese lugar solo cuando vea con mis propios ojos que los Anderson han adoptado a Ancel -respondió Galiana, fijando su mirada en Aura, el oráculo.
-No podemos quedarnos mucho tiempo en la Tierra; nuestra nave podría ser detectada por la tecnología humana, y podrían atacarnos, como ya ha sucedido con otras naves extraterrestres -advirtió Aura, el oráculo.
-Es realmente interesante que seres de otros mundos hayan visitado la Tierra-comentó Verner.
-Para ellos, nosotros somos los extraterrestres, es un hecho-respondió Gerar, frunciendo el ceño.
-Así es, venimos de otros planetas y poseemos un conocimiento distinto al suyo. De hecho, somos superiores en inteligencia. Sin embargo, en la Tierra también hay extraterrestres que permanecen ocultos, ya que su gobierno se encarga de mantenerlo en secreto-explicó Aura, el oráculo.
-En ese caso, sería prudente que Ancel se hiciera pasar por humano. Saben que tenemos marcas místicas que nos distinguen de otras especies extraterrestres, y estas deben desaparecer para que parezca completamente humano-sugirió Adelfried, dirigiendo su mirada al Príncipe Ancel, que estaba en brazos de Galiana.
-Está bien, pero no puedo garantizar que las marcas desaparezcan por completo; solo crearé la ilusión de que no están presentes-respondió Aura, el oráculo, acercándose a la reina Galiana.
Aura coloca su mano derecha sobre la frente de Ancel y, utilizando sus habilidades sobrenaturales, comienza a desvanecer las marcas místicas que adornaban su cuerpo. Este proceso transforma su apariencia, permitiéndole parecer completamente humano. Las marcas, que antes eran evidentes, se desvanecen gradualmente gracias a la poderosa ilusión que Aura proyecta, creando un efecto visual que engaña a la vista.
Al concluir este acto, el cuerpo de Ancel se presenta sin ninguna señal de las marcas místicas que lo caracterizaban, logrando así la apariencia de un bebé humano. Esta transformación no solo es superficial, sino que también simboliza un nuevo comienzo para Ancel, quien ahora puede interactuar con el mundo de una manera que antes le era imposible. La habilidad de Aura para manipular la percepción de la realidad resalta su destreza y el profundo vínculo que comparte con Ancel, permitiéndole experimentar una vida más normal.
-Ahora sí parece completamente humano-comentó Adelfried.
-No hay nada más que podamos hacer aquí; Lear está en camino-respondió Aura, el oráculo.
-Esperamos llegar a primera hora de la mañana o alrededor del mediodía, ya que el Planeta Tierra está bastante distante de nuestro lugar-agregó.
Aura, el oráculo, y la reina Galiana emergieron de las imponentes puertas de acero del templo de los sabios, un lugar de gran reverencia y conocimiento. Galiana, al alzar la vista, observó cómo se acercaba una nave astraliana, la cual era guiada por Lear, el mensajero del reino, quien se encargaba de su transporte.
La nave aterrizó suavemente en el templo de los sabios, deteniéndose para permitir que la reina Galiana y Aura, el oráculo, abordaran. Al abrirse la compuerta de la nave, una rampa se desplegó desde el suelo, facilitando el acceso a ambas.
Antes de entrar, Galiana y Aura se despidieron de los sabios, quienes habían salido del templo para ofrecerles un emotivo adiós. Una vez que ambas estuvieron a bordo, la compuerta se cerró con un suave clic, y la nave se elevó rápidamente hacia el cielo, iniciando así su viaje hacia la Tierra.
***
El trayecto fue largo, pero al fin llegaron al Planeta Tierra en la mañana. El piloto Lear activó el sistema de invisibilidad de la nave para eludir la detección por parte de la tecnología de rastreo de los humanos. A través de la ventanilla, Galiana contemplaba los majestuosos rascacielos de la ciudad de Minnesota, sintiéndose gratamente sorprendida, ya que nunca había tenido una idea clara de cómo sería el Planeta Tierra. Mientras Aura, el oráculo, contemplaba la ciudad a través de la ventanilla, sumida en un profundo silencio que se prolongó por unos instantes.
Aura utilizó sus habilidades para percibir la esencia de los seres humanos, y a través de su visión, pudo detectar la presencia de una oscuridad latente en el Planeta Tierra. Desde el primer instante, comprendió que coexistían individuos de noble corazón junto a aquellos que no lo eran. Sin embargo, esta dualidad no le preocupó, ya que era consciente de que la oscuridad es una constante que se manifiesta en todos los rincones del universo, sin importar el lugar o la situación.
La habilidad de Aura no solo consistía en cambiar la apariencia física de Galiana, sino también en infundirle características que la hicieran parecer completamente normal ante los ojos de los humanos. Esta transformación era esencial para garantizar que su intervención pasara desapercibida, permitiendo que Galiana se acercara al orfanato sin temor a ser identificada. De esta manera, Aura no solo protegía a Galiana, sino que también aseguraba que la entrega de Ancel se realizara de manera segura y efectiva, cumpliendo con el objetivo de salvaguardar su bienestar en un entorno que podría ser hostil.
La impresión que causaron Galiana y Aura en Lear fue notable, ya que su aspecto humano era tan natural que desafiaba cualquier sospecha.
El oráculo Aura utiliza sus extraordinarias capacidades de percepción otra vez para sumergirse en los rincones de Owatonna, Minnesota. A través de su aguda intuición, identifica con precisión la ubicación del orfanato que busca. En el transcurso de sus visiones, Aura se adentra en la vida cotidiana de los niños que habitan en el establecimiento, así como en la dedicación del personal que se esfuerza constantemente por ofrecerles el apoyo y la atención que necesitan.
-Mamá, has encontrado el orfanato -manifestó Galiana, dirigiendo su atención hacia Aura.
-Sí, lo he encontrado, pero está cerrado. Necesitamos esperar hasta el amanecer para poder acceder al orfanato -indicó Aura, el oráculo.
-El amanecer se aproxima, ya falta poco -añadió Lear, el mensajero, al observar las nubes en el cielo y ver cómo el sol ascendía desde el horizonte.
La luz del sol finalmente iluminó el horizonte, marcando la llegada de la mañana a las 6:00 a.m. La nave, con un rumbo claro, se dirigió hacia el orfanato de Minnesota. En un breve lapso, alcanzó su destino, encontrando el estacionamiento del lugar completamente desierto. Galiana, con determinación, tomó el artefacto de transporte y lo activó; al extender su brazo, un portal resplandeciente se materializó ante ellas. Junto a Aura, el oráculo, se adentraron en el portal, que las transportó instantáneamente a la entrada del orfanato. Una vez allí, Galiana desactivó el artefacto, cerrando el portal de manera definitiva, y lo guardó cuidadosamente en el bolsillo de su chaqueta.
Galiana respiró hondo, consciente de que esta era su última oportunidad de ver a Ancel antes de dejarlo en el orfanato. La ansiedad la invadía, pero Aura, al notar su nerviosismo, le tomó la mano con un gesto de apoyo. Ambas se miraron a los ojos, compartiendo un momento de complicidad y entendimiento. Aura, con una sonrisa tranquilizadora, le transmitió la certeza de que todo saldría bien.
Al percatarse de que no había nadie a la vista, Aura decidió abrir la puerta del orfanato. Ambas se intercambiaron una mirada significativa antes de cruzar el umbral. Mientras avanzaban por el pasillo, se toparon con una mujer de complexión delgada, de piel oscura y cabello rizado al estilo afro, que vestía el uniforme característico de las cuidadoras del lugar. La mujer, al notar su presencia, se detuvo en seco, sorprendida al observar que llevaban un bebé en brazos.
Al notar que no había nadie alrededor, Aura decidió abrir la puerta del orfanato. Ambas amigas se intercambiaron una mirada significativa antes de cruzar el umbral. Mientras avanzaban por el pasillo, se toparon con una mujer de apariencia delgada, de piel oscura y cabello rizado al estilo afro, que vestía el uniforme de cuidadora del lugar. Sus ojos marrones se abrieron con sorpresa al verlas, especialmente al notar que llevaban un bebé en brazos, lo que despertó su curiosidad y preocupación.
La cuidadora, con una expresión de asombro en su rostro, las observó con atención, consciente de que el orfanato tenía como propósito principal la adopción de niños por parte de familias. Aura y Galiana, sintiendo la intensidad de su mirada, decidieron acercarse a ella para explicar su presencia. La mujer, aún procesando la situación, se acercó con cautela, dispuesta a ofrecer su asistencia y a indagar sobre el motivo de su visita inesperada, ya que ambas no pertenecían al personal del orfanato y su llegada era, sin duda, inusual.
-Buenos días, les doy la bienvenida a nuestro orfanato. Estoy aquí para ofrecerles toda la asistencia que requieran -saludó la cuidadora afroamericana con una sonrisa acogedora al ver a Galiana y Aura.
-Han traído a este pequeño al orfanato para que sea adoptado, ¿verdad? -preguntó la cuidadora afroamericana al ver que Galiana llevaba a Ancel en sus brazos.
-Así es, hemos venido a dejar a este pequeño aquí -respondió Aura.
-Supongo que usted es la madre del niño -observó la cuidadora de ascendencia africana al fijar su mirada en Galiana.
-Así es, soy la madre de este bebé. He decidido venir aquí para dejarlo, ya que quiero que una familia lo adopte. No puedo quedarme con él-comentó Galiana.
-De acuerdo, por favor síganme. Las llevaré a la oficina del director, Alexander Jackson-indicó la cuidadora afroamericana.
-Sin duda, él querrá conversar con ustedes-añadió.
En su camino hacia la oficina del Director Alexander Jackson, Galiana y Aura, quien era conocida como el oráculo, se toparon con un grupo de niños que transitaban por los pasillos, guiados por sus profesores, ya que algunos de ellos estaban en plena clase. Este orfanato había sido concebido para acoger a niños desde su más tierna infancia hasta jóvenes de 18 años, brindando un ambiente seguro y educativo que fomentaba su desarrollo integral.
Al llegar a la oficina del Director, situada en un pasillo a la derecha, la cuidadora abrió la puerta y entró junto a Galiana y Aura. Al instante, el Director Alexander Jackson, un hombre de aproximadamente 56 años, se mostró sorprendido por la belleza de Galiana y se levantó de su silla en un gesto de cortesía. Con una piel morena y cabello negro, sus ojos marrones reflejaban una mirada atenta. Su apariencia estaba complementada por una corta barba bien cuidada y un atuendo formal que consistía en un traje gris, una camisa blanca de cuello y una corbata a rayas en tonos negro y blanco, además de unos zapatos negros que completaban su presentación profesional.
-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles hoy? -saludó el Director Alexander Jackson con cortesía.
-Hola, hemos venido a dejar a mi hijo en este orfanato. Quiero que una familia lo adopte, ya que no puedo tenerlo conmigo -respondió Galiana, con un tono melancólico.
-Es la primera vez que recibimos a alguien tan temprano para dejar a su hijo en nuestra institución; algunos padres lo hacen -informó el Director Alexander Jackson.
-Como es de conocimiento general, hay parejas que visitan los orfanatos con el propósito de adoptar. Estoy seguro de que su hijo encontrará una familia que lo ame y le ofrezca la educación que merece -añadió.
-Yo también lo espero, deseo que sea feliz-respondió Galiana mientras dirigía su mirada hacia Ancel. De repente, una lágrima se deslizó por su ojo derecho, consciente de que el momento de despedirse de Ancel había llegado...
-¿Podría decirme cómo se llama y qué documentos tiene sobre el niño?-preguntó Alexandre Jackson.
-Documentos-respondió Galiana, confundida, y luego miró a Aura, el oráculo.
-No tengo ningún documento del niño-afirmó Galiana.
-Es una persona sin documentos, lo cual no es favorable. Al menos debería haberme traído algún tipo de identificación del niño-comentó Alexander Jackson.
-Mamá, haz algo, estoy comenzando a sentirme ansiosa y no sé qué decir-reflexionó Galiana al observar a Aura.
-No te preocupes, yo me encargaré-respondió Aura a Galiana, captando sus pensamientos.
Aura activó sus habilidades de forma instantánea, y sus ojos brillaron con un intenso color rosa. A continuación, dirigió su mirada hacia el director Alexander Jackson, ejerciendo control sobre su mente, así como sobre la de la cuidadora que estaba presente en ese momento. Con un movimiento sutil, Aura hizo que ambos olvidaran su presencia, ya que no podía permitir que Alexander Jackson indagara sobre Galiana. Para lograrlo, creó una ilusión convincente en la que la cuidadora había encontrado a Ancel en la entrada del orfanato y lo había llevado al interior, dejando al niño en el lugar con la intención de que fuera adoptado por una familia.
-Galiana, entrega a Ancel a la cuidadora; después debemos salir de este orfanato. Ambos reaccionarán en aproximadamente cinco minutos-comentó Aura, dirigiendo su mirada hacia Galiana.
-Está bien, pero primero quiero despedirme de Ancel-respondió Galiana, observando a Ancel que dormía en sus brazos.
Galiana se aproxima a Ancel y le da un tierno beso en la frente, susurrándole suavemente que se volverán a encontrar en 17 años, deseándole lo mejor, ya que es su amado hijo. Luego, con un gesto de resignación, entrega a Ancel a la cuidadora que se encontraba en la oficina del director, Alexander Jackson. Tras este emotivo momento, Galiana se retira de la oficina, acompañada por Aura, el oráculo. Un profundo sentimiento de tristeza la envuelve mientras avanza hacia la salida del orfanato, incapaz de contener las lágrimas que brotan de sus ojos.
Al salir, Aura envuelve a Galiana en un cálido abrazo, brindándole su apoyo en este difícil capítulo de su vida. Ambas mujeres comparten un instante de consuelo y empatía, ya que Galiana enfrenta una situación emocionalmente compleja. La presencia de Aura le proporciona a Galiana un sentido de respaldo y compañía en este momento de despedida, ayudándola a sobrellevar el dolor de la separación.
Desde la ventana principal delantera de la nave, Lear observa con atención el orfanato y pronuncia: "Príncipe Ancel, nos volveremos a encontrar pronto".
Aura, el oráculo, y Galiana regresan a la nave a través del transportador. Ambas se sientan en silencio mientras Lear, al mando, pilota la nave a gran velocidad, ascendiendo hacia el cielo y alcanzando rápidamente el espacio. Galiana, con nostalgia, lanza una última mirada hacia el Planeta Tierra, sintiendo el peso de la despedida en su corazón.