Harry despertó esa mañana para encontrarse con una pequeña serpiente tricéfala de color naranjo brillante mirándolo directamente a los ojos, desde una distancia muy cercana, es más, la pequeña serpiente mágica estaba sobre su cara y lo miraba fijamente.
Sus ininteligibles siseos similares al balbuceo de un bebe sugerían que la pequeña criatura estaba hambrienta.
Harry, con sumo cuidado recogió al runespoor con una mano, procurando no aplastarlo, y lo deposito a su lado en la almohada.
El niño se levantó rápidamente, sin siquiera cambiarse la pijama, recogió el frasco de hormigas y procedió a alimentar a la pequeña serpiente.
Venom no se encontraba por ningún lado, por lo que Harry asumió que había salido a cazar a los terrenos.
Una vez alimentada, el runespoor volvió a dormir, y Harry se dirigió al baño, para tomar un relajante y largo baño de burbujas.
Mas tarde, poco antes de que fuera hora de desayunar, un Harry ya listo y vestido para el día se encontró con Venom entrando por la puerta de la habitación.
⚕Estas despierto, orador⚕ dijo la serpiente de jardín ⚕Tomare el relevo desde aquí, has lo que debas, yo echare un ojo a la cria⚕
Harry le agradeció, y se dirigió rápidamente al comedor, para desayunar con Arcturus.
Fue un desayuno tranquilo y ligero, jugo de naranja, tostadas y huevos revueltos. Un poco demasiado sencillo, pero Harry no cuestiono los motivos de aquello.
Una vez terminaron de comer; Arcturus condujo a Harry al salón de la Mansión, un lugar en el que el niño no había pasado mucho tiempo en los casi tres meses que llevaba viviendo allí.
Era por mucho la habitación más amplia en la mansión, con mesas redondas de madera oscura, como todos los otros muebles de la Casa Black, arañas de cristal elegantes y elaboradas, pisos suaves y lustrosos y un enorme piano de cola.
Una vez allí, Harry conoció una faceta aún más estricta de su tío abuelo. Por las siguientes tres horas se vio forzado a practicar la forma correcta de caminar y presentarse en una reunión de sangre pura.
Espalda recta, pasos firmes medidos pero no forzados, tres tipos de reverencia. Quince grados para saludar a un hijo o hija de una Casa de igual estatus que la suya, treinta grados para saludar a un Lord o Lady de una familia de igual estatus que su propia Casa, una ligera inclinación de cabeza para todos los inferiores en estatus. Y nunca inclinarse ante cualquier hijo o hija de una familia de menor estatus.
Doce formas diferentes de saludar.
Seis de ellas para tratar con funcionarios, Lores y regentes.
Tres formas de saludar a una dama, difería si estaba casada, viuda o soltera. Incluso la edad influía en la forma del saludo.
Al menos para herederos varones el saludo era una cosa única. Pero había otras dos formas para saludar a la hija de una familia noble o antigua, que denotaba la cercanía entre las familias de ambas partes.
Nueve maneras de demostrar superioridad a los adversarios, desde el discurso a la forma en que lo miras.
Harry estaba sinceramente abrumado, y eso que, según Arcturus apenas habían raspado la superficie.
Luego de todo aquello, se sirvió un segundo desayuno. Esta vez para que Arcturus controlara e instruyera los modales en la mesa de Harry.
El niño aprendió a usar correctamente la servilleta de tela, a limpiarse los labios antes de beber de su vaso o copa, la forma apropiada de tomar los cubiertos y la forma de intercalar entre el cuchillo y tenedor tras cortar algo. Esas fueron de lejos las lecciones que Harry asimilo más rápido, y con mayor facilidad.
El resto del protocolo y etiqueta le había parecido demasiado exagerado y altivo. Incluso se lo comento a su tío abuelo, solo para acabar siendo sermoneado.
—Eres heredero de la Casa Black, una casa Antiquísima y Noble, que también es una de las doce Casas Fundadoras del Consejo de Magos. Y eres Harry James Potter, el señor en espera de la Casa Potter, otra Casa Antiquísima y Noble —dijo Arcturus con tono severo mirando directamente a los ojos de Harry— Tu comportamiento es reflejo de la historia y reputación de tu familia, por ello, te comportaras como un señor que hace sentir orgullosas a las Casas Potter y Black. Y no hay espacio a discusión al respecto.
Harry nunca había oído a su tío abuelo tan serio cuando le hablaba a él. Por lo que asintió rápidamente y prometió que haría todo lo posible para alcanzar los estándares que Arcturus esperaba.
Cosa que le valió escuchar a su tío abuelo murmurando por lo bajo pero de manera comprensible: —Ojalá Sirius y James hubieran sido tan serios como tu… esos niños irresponsables —su tono, como siempre que el padre de Harry y Sirius Black el nieto mayor de Arcturus surgían en la conversación era de una profunda amargura.
Luego de repasar medio centenar de veces la forma en que debía presentarse ante otros niños de su mismo estatus, Harry estaba seguro que podría hacerlo de forma mecánica sin siquiera detenerse a pensar, siempre y cuando supiera el nombre del otro niño.
Para cambiar un poco de ritmo, Arcturus, notando que Harry ya estaba agotado, decidió enseñarle la etiqueta de algo que supuso le parecería mucho más entretenido.
Con un movimiento de su varita, el anciano lord Black transfiguró las mesas para formar una plataforma de duelo, una estructura tipo corredor elevado de quince metros de largo, y tres de ancho.
Aquello realmente fue mucho más satisfactorio para Harry, pues lentamente fue aprendiendo la etiqueta de un duelo formal.
—Comenzamos en el centro de la plataforma —instruyo Arcturus, a lo que Harry obedeció mucho más dispuesto— miras a los ojos a tu oponente. Preparas la varita en tu mano dominante —continuo, y Harry saco su varita de madera blanca imitando el movimiento de su tío abuelo— ahora, una reverencia de treinta grados, los duelistas son iguales en combate —indico Arcturus, a lo que Harry respondió con su ya ensayada reverencia de iguales— y finalmente, nos damos la espalda —dijo volteándose, cosa que Harry emulo rápidamente— y por último, cada duelista da siete pasos o zancadas, el siete es un número mágico, y queda perfecto para una plataforma de duelo de honor —dijo Arcturus iniciando su caminata hacia el final de la plataforma para darse la vuelta y encarar nuevamente a Harry que había hecho lo mismo —se supone que ahora intercambiamos hechizos, pero aún no conoces ninguno, cosa que arreglaremos por la tarde.
Después de aquello y tras cinco repeticiones, momento en que Arcturus dio su aprobación a Harry respecto a la etiqueta del duelo, reanudaron las tediosas lecciones de protocolo y etiqueta de uso general.
Cerca de las dos de la tarde, Arcturus asintió para sí mismo mientras miraba al derrumbado y agotado Harry Potter que descansaba acostado con los brazos y piernas extendidos hacia los lados en el suelo del salón.
—Buen trabajo, Harry —concedió Arcturus a su sobrino nieto— las lecciones de etiqueta terminaron por hoy, mañana a la misma hora reanudaremos esto, no te saltes el desayuno necesitaras la energía, como ya habrás notado. Pero eso no es ni aquí no ahora, ven, levantate, almorzaremos en el comedor, como todos los días.
El almuerzo fue suntuoso y abundante. Bandejas con carne asada de res, cerdo y pollo estaban dispuestas en la mesa del comedor, patatas fritas, hervidas y horneadas, pescado blanco frito y salmón horneado. Tarta de melaza, flan y pudin de chocolate. Además de algunas ensaladas que Harry ignoro completamente. Por lo demás, el niño comió un poco de todo, disfrutando de la comida que su tío abuelo había procurado para que recuperara la energía gastada tras sus agobiantes lecciones matutinas.
Satisfecho y un tanto somnoliento, Harry se retiro a su habitación después de comer.
Si bien el niño de siete años habría deseado disfrutar de una reponedora siesta esa tarde, había muchas otras cosas que quería hacer ese día, y no podía desperdiciar el tiempo durmiendo.
Una vez en su habitación, Harry hecho un vistazo en busca de Venom y el runespoor, y se los encontró a ambos durmiendo bajo el sol que entraba por el amplio ventanal izquierdo de su recamara.
Decidiendo que lo mejor seria dejarlos dormir, el niño camino a su estantería, tomo el libro de Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos de primera edición, y el antiguo tomo de Arcane Fauna ab Mundi, y se dirigió a su pequeño y cómodo estudio privado.
Allí recogió sus notas sobre los runespoor que había escrito el día anterior, y comenzó a transcribirlo en un pergamino en blanco, con una que otra adición. Tomadas de sus dos libros sobre criaturas mágicas.
«Los Runespoor son serpientes mágicas de tres cabezas que parecen ser una forma de cria experimental que buscaba recrear a la mítica Hidra griega con una escala menor.
En su etapa adulta alcanzan entre ciento ochenta y doscientos diez centímetros de cabezas a cola, además de contar con una vistosa coloración de naranja brillante y negro que los hace presas nada sutiles y fácilmente reconocibles.
Al salir del huevo cuentan con cuatro o cinco centímetros de cabezas a cola. Y solo poseen el color naranjo brillante. No parecen presentar ninguna de las marcas negras por las distinguen de adultas.»
Eso al menos fue lo que Harry resumió de ambos libros, pero a continuación añadió sus propias conclusiones y observaciones.
«Son incapaces de hablar parsel correctamente al nacer, si bien las cabezas parecen entrar en pequeñas peleas de vez en cuando, parecen más bien ser parte de una competición amistosa.
Balbucean como bebes en parsel, con sonidos cortos e inconexos. Pueden comer dos cucharadas grandes de hormigas negras comunes en cada comida.
Como todo reptil, parece disfrutar pasar tiempo tomando sol.
No entran en conflicto con serpientes no mágicas de mayor edad, al menos en su etapa infantil.»
Satisfecho luego de tener un pergamino con notas ordenadas y legibles, el niño regreso a su habitación, devolvió los libros sobre criaturas mágicas a sus lugares, y tomo el Libro Reglamentario de Hechizos de grado 1, para haber leído antes de comenzar a practicar con su tío abuelo después de la cena esa noche.
Sin embargo, contrario a lo divertido que le resultaba leer sobre criaturas mágicas e historia, el niño se encontró con que la teoría mágica en el libro era aburrida y muchas veces molesta.
Incluso había cosas que para Harry no tenían sentido… La magia no podía ser solo recitar palabras graciosas y agitar la varita con un patrón, ¿o podría serlo?... Pero entonces… ¿Cómo el tío abuelo Arcturus hacia magia con solo apuntar su varita a su objetivo?
Debía haber algo que se estaba perdiendo, o talvez, algo que los libros no decían.
Al final, luego de leer dos capítulos aburridos de aquel libro, Harry acabo sucumbiendo a la somnolencia que lo perseguía desde el almuerzo y termino durmiendo sobre las mantas de su cama.
Se despertó con algo haciéndole cosquillas en el oído, lo que asusto a Harry y le hizo girar la cabeza rápidamente para mirar de que se trataba, solo para acabar encontrándose mirando al pequeño runespoor ligeramente asustado por su movimiento repentino. Miedo que pareció superar rápidamente pues al momento siguiente, las tres cabezas del runespoor estaban lamiendo de forma juguetona la nariz de Harry con tres pequeñas y rojas lenguas.
El niño solo pudo parpadear incrédulo un par de veces antes de reírse de lo raro de la situación.
Levantándose con cuidado, Harry ofreció su mano a la pequeña serpiente de tres cabezas que se arrastro felizmente sobre su palma.
⚕Eres una cosita traviesa, ¿no? ⚕ pregunto el niño en parsel al pequeño runespoor que se limito a sisear un modo que Harry juraría que era una risita.
Harry procedió a alimentar al runespoor por segunda vez ese día, después de lo cual, la pequeña serpiente anaranjada no se quedó dormida, sino que miraba al niño con expectación infantil.
⚕¿Quieres venir conmigo? ⚕ le pregunto al runespoor cuyas cabezas asintieron a destiempo.
Decidiendo que llevar a la pequeña serpiente a la cena y luego a sus primeras lecciones de magia no debería ser problema, Harry levanto a su runespoor y lo puso sobre su alborotado pelo negro, donde la pequeña serpiente tricéfala se acomodó con felicidad, casi completamente oculta a la vista, pero con las cabezas erguidas sobre el cabello de Harry para mirar a su alrededor.
La cena no fue nada destacable, salvo por la mirada divertida que el tío abuelo Arcturus dirigió a Harry tras notar a la pequeña serpiente que se agitaba mirando con infantil curiosidad desde el cabello del niño.
Por otra parte, Arcturus no comento nada al respecto, pese a que de vez en cuando negaba con ironía mientras miraba a Harry moverse con cuidado para tomar los cubiertos o alcanzar las guarniciones, todo con el fin de que el pequeño runespoor no cayera de su lugar sobre su cabeza.
Después de cenar, Harry siguió a un silencioso Arcturus que lo condujo a una sala subterránea en la mansión.
Era una gran habitación de piedra con maniquíes de madera, lo que parecían objetivos para arquería, un mesón largo con sillas a un lado y una repisa con cerca de cien libros a juzgar por el tamaño y lo llena o vacía que estaba.
—Aquí es donde le enseñe a Sirius y a Regulus algo de magia antes de que entraran a Hogwarts, tu padre, James venia aquí de vez en cuando cada vez que visitaba a Sirius, y también era el lugar favorito en mi casa para Andrómeda y Bellatrix —explico el anciano Lord Black mientras Harry miraba a su alrededor— es la sala de entrenamiento de la Casa Black, no importa que tanto llegues a alocarte con la magia, este lugar difícilmente podría ser dañado por un niño como tu… Si esos mocosos no pudieron destruir el lugar trabajando juntos, no creo que puedas estando solo —añadió con una sonrisa nostalgica.