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Declive Parasitario

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Synopsis

Chapter 1 - Rutina

"Muchas gracias, que tenga buen día." Dijo Adela, su voz suave y baja mientras la clienta salía de la panadería. La tarde se estaba haciendo obvia, visible sin problemas a través de la pared de vidrio de la tienda.

Por el rabillo del ojo vio a su compañera de trabajo estirar, antes de quitarse el uniforme. Intentó hacer contacto visual con la misma, su enfoque alternando entre su frente y su nariz. Sin lograrlo, decidió hablar al final, aunque con un poco de titubeo antes de hacerlo.

"¿Ya cerramos?" Preguntó Adela. Su compañera asintió, sin molestarse en mirarla. La primera estiró, sacándose el gorro parte del uniforme, y soltando su negro cabello del rodete que se había hecho.

Con la camisa aún puesta, también parte del conjunto laboral , se cubrió con un abrigo azul robusto, antes de quitarle el candado a su bicicleta. Su compañera ya se había ido a pie, y su jefe estaba bajando la cortina galvanizada desde dentro para cubrir el local de noche. Se hizo una cola de caballo más a su gusto antes de partir ella misma, siguiendo el mismo camino de costumbre; cruzando el boulevard, y luego yendo por la rotonda. En la última esperando no cruzarse algún distraído con el celular que la mandará volando de la bici.

Pese a que la ciclovía ya se encontraba finalizada desde hace semanas, tomó la misma ruta que tomaba antes de su construcción. Las curvas eran hechas sin problemas y con suavidad, sabiendo cuando cambiar el peso para ir lo más cerca al borde posible. Forzada a estar en el momento solamente cuando un auto le tocaba la bocina, muchas veces por culpa del conductor que de ella.

Llegó al conjunto de apartamentos, bajándose de la bicicleta una vez en el espacio central, que funcionaba como patio compartido del módulo. Las mesas y sillas de concreto estaban ocupadas por vecinos que bebían alcohol o vieron un buen espacio para merendar. "Buenas tardes vecina." Dijo un hombre que andaba ya medio puesto, levantando la botella mientras estaba sentado en una reposera. "Dio' la bendiga."

Subió al tercer piso de su escalera correspondiente con bici en mano. La misma, vieja y pesada, se veía ligera y un poco pequeña gracias a la buena altura de la mujer, superando los ciento ochenta centímetros. "¿Todo bien?" Preguntó un hombre de pelo largo quien se estaba fumando un prensado de marihuana en la escalera al segundo piso, con una sonrisa boba y ojos rojos, y la boca medio abierta. Adela simplemente le dio un pulgar arriba antes de llegar a su entrada, abriendo la reja y puerta de su apartamento.

Ni se molestó en limpiarle la tierra a las ruedas, poniendo la bici sobre unos pedazos de cartón al lado de la entrada. Encendió su computadora, agarrando el pack de cerveza de su refrigerador mientras el juego cargaba para abrir.

Fue ya pasada la medianoche que ella se encontraba en la séptima lata. Se encontraba con las piernas dobladas, sus pies descansando al borde de su silla. La cerveza descansaba sobre su rodilla, agarrando la misma con las puntas de los dedos de una mano, mientras que con la otra movía su personaje. 

Radish002: alguien tiene pico

Fue el mensaje que apareció en el chat, siendo lo único verdaderamente visible, aparte de su barra de objetos, que se encontraba en la pantalla. Junto con la luz que venía de los postes de la calle, es que la iluminación de su monoambiente estaba formada.

La música calmada de fondo, junto con los bloques siendo destruidos, eran lo único que ella escuchaba.

Herale_Rose: Pasa coordenas

Herale_Rose: Pasa coordenas

Herale_Rose: corednas*

Radish002: estas bn

Herale_Rose: Ptm

Adela bebió un poco de su cerveza, antes de continuar minando. Había públicado su servidor de Minecraft hace tres semanas en uno de Discord, y desde entonces, ha estado pasando sus noches antes de dormir jugando con ellos; dos chicos que al parecer ya se conocían.

Chasqueó la lengua cuando no veía nada pese a tener el brillo al máximo, abriendo su inventario para fabricar antorchas. Su skin, sin armadura alguna, lucía su expresión cansada y una camisa negra de Korn, pese a que no escuchaba la banda.

Los tres nunca se habían molestado en realizar una llamada; siempre comunicandose por el chat del juego, y sus personajes como una referencia visual.

Wolfi_ConGuion: ¿Cómo van los aldeanos?

Herale_Rose: Bien. Ya solo falta el herrero para la armadura de diamante

Se quitó los auriculares cuando un ruido se escuchó. Acostumbrados a la música del juego, sus oídos no escucharon nada más que silencio. Lo único ruidoso siendo el viento afuera, más el ocasional auto que pasaba de largo. Suspiró y se frotó los ojos, bebiendo lo que quedaba del alcohol. Una vez vacía tiró la lata hacía una bolsa de plástico a un costado de su escritorio, llena de papeles y de las otras latas.

Se estaba por poner los auriculares de nuevo, cuando el ruido se escuchó nuevamente. El ruido de chapa chocando contra si misma; mucho más notable en la ausencia de algún otro que lo acompañara. Dejó los auriculares en la mesa, moviendo las sandalias del camino y yendo en medias solamente, caminando de puntas.

Pegó su oreja contra la puerta del apartamento, de forma lenta, como si esperara que la misma se abriera bruscamente. «¿Quizá algún borracho en la escalera?» Pensó, cambiando levemente la distancia de su oído con la superficie para ver si encontraba claridad. El ruido siguió, cambiante pero sin detenerse. Quiso creer que era un simple niño aburrido, que golpeaba la ya deteriorada baranda de la escalera con algún palo.

Pero al final salió fuera. Se había olvidado su falta de calzado, el piso de material quitandole el sueño sin ganas debido al estar frío. Se iba a meter adentro al no ver nada, pero logró avistar a la fuente del ruido.

Era en el centro del módulo. El ruido que antes se sentía casi en su puerta resulta que provenía del poste de luz central, el cual estaba siendo golpeado con una tubería. No logró reconocer si era vecina o una drogadicta cualquiera, solo que era una mujer, la misma teniendo problemas para mantenerse de pie.

"..." Se quedó en silencio, su cuerpo teniendo una condición similar a la mujer, pero en menor medida. Con ojos pesados y parpados desincronizados, se acercó a la baranda que evitaba que se cayera sin ganas al piso. "¡Oiga!" Llamó Adela, de puntitas y alternando sus punto de soporte, sus pies, para evitar que se le enfriaran mucho. La mujer la miró, pero el golpeteo siguió, solo con menos fuerza.

Estaba consciente de que tranquilamente la desconocida podría estar armada y matarla por imbécil; no sería raro, así le mataron al primo. Pero también estaba con sus tragos puestos. Así que la panadera siguió. "¡¿Qué carajo hace?! ¡Son las tres de la mañana! ¡Ya vayase a dormir a su casa!"

Un ruido fue lo único que obtuvo como respuesta; como si la mujer tuviera la mandíbula paralizada, o alguna discapacidad comunicativa.

Realizó tres golpes más antes de que la tubería se le resbalara de las manos. Se balanceaba de un lado a otro, sus piernas abiertas para forzar un poco de balance mientras se acercaba al pasillo que funcionaba de entrada y salida del conjunto de viviendas. Fue cerca de la misma que un hombre entró trotando, soltando unos reclamos preocupados contra la mujer que Adela no entendió, antes de casi arrastrarla fuera del lugar. El sonido de su auto yéndose fue suficiente para dar entender que la situación ya había terminado.

Adela contempló el escenario unos segundos, más perdida que reflexiva, antes de simplemente bostezar, e irse nuevamente adentro. 

Se olvidó completamente de que todavía estaba en el servidor, pues nada más cerrar con llave y traba la puerta, se dejó caer en el sillón cama que tenía. No logró ni cubrirse bien con la sabana cuando cayó dormida, sus ronquidos evidentes. Mas ella no es la única con el sueño alterado.

En el hospital, allá cerca del centro de la ciudad, fue que el último paciente de hematología logró irse a casa con consciencia más o menos tranquila. Marcaron las tres de la mañana cuando el hombre encargado de dicho control salió de la instalación, ahora vestido con normalidad; una gabardina roja y unos lentes de un carmesí similar. Se subió al auto, y soltó una carcajada suave al darse cuenta de que tenía lentes oscuros de noche en un auto. Se los quitó y se marchó sin demasiado pensamiento hacía su hogar en los suburbios.

Se detuvo en una esquina al recibir una llamada, la cual era de un número desconocido. Soltó otra carcajada, antes de rechazar la misma. "Estos presos... Me pregunto si me habrán filtrado el número, ¿Me estarán buscando por dispararle a uno de los suyos?"

Pero inmediatamente soltó el teléfono para cubrirse el rostro, antes de que el auto que había visto con su mirada periférica chocara contra la parte derecha de su auto y aplastara el asiento vacío del copiloto.

"¡Oye, gilipollas!" Gritó el hombre, saliendo del auto, ignorando el sangrado de su frente y sacando a pulso el pedazo de vidrio que le quedó incrustado en el antebrazo. Pasó por encima del bote de basura que el auto se había llevado puesto, la basura desperdigada en la carretera. "¡¿Eres tonto o qué?!" Gritó al aire, pese a que en su mente estaba convencido de que las dos personas en el auto ya estaban muertas.

Rompió lo que quedaba de la ventana de un codazo, abriendo el auto desde dentro. Un hombre con calvicie yaciendo inconsciente con la frente sangrante, y una mujer convulsionando entre el asiento del conductor y el acompañante. La bolsa de aire había hecho su trabajo con relativa efectividad, así que simplemente movió a la mujer para que estuviera recostada en el asiento trasero.

Ignoró a las personas que se habían acercado a la escena, comentando en voz alta al ver un líquido salir de la boca de la mujer, la poca luz haciendo difícil el saber que era. "¿Hemorragia interna?" Prendió la luz del auto, y en vez de sangre, algo similar a gusanos negros fue lo que encontró. Obedeciendo a la curiosidad, y viendo que las convulsiones ya habían terminado, observó con cuidado la boca de la mujer. No tardó en darse cuenta de que el cuerpo de los "gusanos", ahora inertes, descendían por su garganta.

Finalmente fue por su teléfono, tirado en su propio auto, antes de contactar a las emergencias, pese a que ya un par lo estaba haciendo. Mientras realizaba el llamado, el profesional mantenía la mirada en la boca de la mujer desde fuera del vehículo. Claro que, al día siguiente, la repercusión mediática era de esperar en el momento en que hubo testigos y no solo involucrados.

"... Estudios mostraron rastros de sustancias en la mujer." Dijo el reportero, el programa de noticias siendo transmitido en vivo tanto en televisión como en Youtube, lugar donde Adela lo estaba viendo. El hombre se encontraba en la escena del incidente, donde los dos autos todavía yacían. "Entre ellas: cocaína, metanfetamina, y rastros de alcohol."

Se mostraron las fotos de la pareja causante del choque: un hombre que no conocía, y una mujer, la cual logró reconocer como la de la noche anterior, aunque parcialmente. Solo estuvo segura cuando mostraron la historia del marido, y el como él la sacó del lugar para ir a casa.

"Y desde que me desperté solo la vi una vez." Dijo con voz temblorosa y cansada. "No me dejan verla. No me dicen como está... Digo, supongo que... Que estable, si es que no me han dicho nada que implique que esté muy grave, ¿No? Pero nada, nada. Ni a mi, ni a mi cuñado, ni a mi hija..."

Adela silenció el vídeo, dejando su peso caer en el respaldo de la silla de plástico que usaba para estar en la computadora. Se frotó la frente, visible mas no seriamente agitada por la noticia. El silencio de la mañana pasó a incomodarle.

"Que locos están todos..." Murmuró, antes de sentarse normalmente otra vez. Hubo un largo momento de silencio de su parte, su mirada pegada al escritorio. Ligeramente se desvió al lado izquierdo de su CPU, el lado que daba a su rostro mientras el mismo estaba sobre su escritorio que usaba a modo de mesa.

Jugó un poco con los dedos de sus manos, antes de soltar un suspiro y sentarse nuevamente de forma recta, para minimizar dolores en la espalda. "Bueno, vamos a jugar." Y se puso los auriculares nuevamente.