Había muchos buenos candidatos para el liderazgo. Mineros de asteroides en su mejor momento con experiencia real trabajando en sistemas de hábitat artificial y de baja gravedad. Pilotos de vista aguda y experiencia en el control del espacio, el hielo y las embarcaciones submarinas que se utilizarían en la colonia. Biólogos marinos, expertos en los tipos de ecosistemas que todos esperaban encontrar en el océano helado de Europa, que abarca toda la luna.
Había arcologistas, diseñadores y administradores de hábitats autocerrados que conocerían los signos de fallo del sistema. Muchos estaban a favor de que un ingeniero aeroespacial tomara la iniciativa, como en la mayoría de las misiones espaciales anteriores. Alguien que pudiera pensar con rapidez y mantener el barco colonial en funcionamiento durante el viaje de dieciocho meses. Otros presionaron para que hubiera un diplomático a cargo, alguien que pudiera mantener unidas a las muchas facciones que competían por el control del proyecto.