Síiiii lo logramos , vitoreaban miles de soldados comandados por el Rey de Asúra, y a su lado, un hombre en armadura dorada.
— Lo logramos, Aldebaran. Los demonios se han retirado a las tierras del este y se refugian en las tierras demoníacas de Kishirika.
— Bien, majestad, —dijo Aldebaran, sacándose la armadura, revelando a un humano de pelo rubio de rostro afilado y ojos demoniacos.
— ¿Qué pasa, Aldebaran?, ¿sucede algo?, pregunto el rey.
— Nada, ya no es necesario usar la armadura. Volveré pronto y acarralaremos a Kishirika para que se retire al este del gran continente,— dijo, mientras sacaba un silbato y su enorme wyrm, Saleyak, llegaba al poco rato. Aldebaran montó su dragón junto con la armadura y partió rumbo a las tierras del norte.
Cuando estaba ya lejos, Aldebaran se sacó un anillo y su rostro empezó a cambiar, mostrando la cara de alguien de la raza dragón, ojos amarillos, colmillos y cabello verde con mechones plateados. Era el Dios Dragón Laplace.
— Sentí algo malo en la armadura, Saleyak. Como si quisiera controlarme, algo no está bien . ¡Rápido, vamos a casa y veamos qué tiene!
Una vez en casa, Laplace revisó la armadura y comprobó que esta había cobrado vida y voluntad propia, aunque necesitaba de un usuario para tomar el control. Si seguía así, eventualmente tomaría el control de Laplace. La armadura solo tenía el fuerte deseo de luchar y combatir. Era muy peligrosa, y más aún cuando Laplace la fabricó con la capacidad de rechazar y usar todos los ataques que conocía y había creado, aun así muy picas persona podrían usarla, si un humano tratara de ponersela lo mataría de inmediato, pero no debe caer en las manos de los demonios inmortales.
— Rostelina, mi niña. Estaré fuera unos meses. Iré a ocultar esta armadura. Cuando regrese, empezarás el tratamiento para cambiar tu maldición y así puedas ayudar a Orsted cuando llegue en el futuro.
— Bien, amo, pero ¿no sería mejor destruir la armadura?
— Sí, pero eso me tomará siglos, mi niña. Y no podemos dejar a los demonios reagruparse. Aun nos quedan muchas batallas, ya dimos vuelta el resultado de la guerra, pero aún faltan décadas para que termine.
— Bien, amo. Estaré aquí para cuando regreses, —le dijo la hermosa elfa .
Laplace ocultó la armadura en lo profundo del laberinto de la montaña más alta del mundo, el Foso del Dios Dragón.
4200 años después.
En la capital del reino de Biehiril, soldados llegaban desde Ireril, e informaban al rey de la derrota, mientras en la ciudad cundía el pánico al saberse de que los Superd eran los diablos.
Mientras un demonio de la tribu Nuka soñaba con un ser en un mundo blanco.
— Estoy jodido, estoy jodido. Esos malditos idiotas están muertos. ¡Escuchaste, Geese, están muertos! Y Orsted ahora viene por tu cabeza.
— ¿Qué pasó?
— No lo sé, no pude ver por la presencia de Orsted y Rúdeus, pero vi en los soldados que llegaron el pánico fueron aplastados en el bosque del no retorno . Ademas No siento las presencias de Gal Farion ni Aleksander. Están muertos, ese hijo d e puta de Rúdeus los mató . El Dios Ogro ha regresado a su isla y los ogros están de rehenes de la guardia personal de esa loca de Atoferatofe. Y no conforme con ello, ella es aliada de Rúdeus . Ahora mi futuro se ve negro, maldita sea. Esto es malo muy malo . Escucha Geese, sal de aquí ahora mismo y dirígete al puerto de Hiurelil. Y ahí te verás con nuestro amigo. Y ahí les daré instrucciones? entendiste?-dijo el dúos humano con pánico .
— Sí, de inmediato, —dijo Geese, antes de despertar asustado.
Mientras viajaba por todo Biehiril rumbo al puerto. La noticia de la derrota y que habitaban Superd, había hecho que el pánico reinara en el país. Todos los ciudadanos estaban encerrados en sus casas y se veía poco movimiento en las calles. Además, el Dios Ogro Malta se habría rendido , y ahora estaba en la isla, que además estaba tomada por la guardia personal de Atofe, y eso suponía que los ogros no vendrían a defender el reino si los Superd atacaban.
Mientras en Hiurelil, un rey demonio esperaba a Geese. La noche anterior, Hitogami le había dicho que debía buscar algo.
Cuando llegó Geese, el rey demonio se lo echó en la espalda y se tiró a nadar a toda velocidad.
— ¿A dónde vamos?, preguntó Geese.
— Wuajajajaja, sabes, mono, ¿has escuchado el dicho? Hay tres personas a las que no debes enfrentarte: el Dios Dragón, el Dios Demonio y el Dios de la Lucha.
— ¿Y eso qué?
— Cuando era niño, el dicho era: solo hay una persona a quien no debes enfrentarte, y ese era el Dios Dragón Laplace. Él era aterrador. Lo enfrenté varias veces y me cagué literalmente en mis pantalones. Ese bastardo fue la mente maestra tras la victoria de los débiles humanos en las guerras humano-demonio, pero aún así él fue derrotado, y su alma se dividió en dos: el Dios Demonio Laplace y el Dios de la Técnica. Y eso fue porque apareció alguien más, el Dios de la Lucha. De hecho, no apareció, Era Laplace quien lo creó , pero esa armadura cobró vida propia y tenía un aura maligna que corrompe al usuario, haciéndolo luchar hasta morir. Por eso el Dios Dragón Laplace la desechó y los últimos años de guerra no la usaba. Ahí fue cuando la robé y lo derroté. Esa cosa sabía todas las técnicas de Laplace y cómo contrarrestarlo. Y cuando se vio derrotado, lanzó un hechizo para destruir todo,y luego trato de enviar su alma al futuro, pero la armadura interrumpió su técnica de reencarnación y lo dividió en dos seres, Wuajajajaja.
— Ya veo, eso suena aterrador.
— Así es. Llegará el momento en que la armadura tome el control de mí y deberás huir, amiguito ya que no reconocerte amigo de enemigo hasta que mi fuerza vital sea tal débil que la armadura me desheche. probablemente destruire casi todo el continente central
— Entiendo, pero si tú eres el Dios de la Lucha, ¿por qué no atacaste con Alek, Gal Farion y Malta?
— Wuajajajaja, porque Alex o Rúdeus me habría matado fácilmente. Escucha, soy poderoso, pero mano a mano no soy rival para Alex ni Rudeus menos para mi hermana. Sin embargo, al ser un demonio inmortal puedo usar la armadura casi indefinidamente. Cualquier otra persona moriría si se la pone. No cualquiera puede usar esa armadura.
— Ya veo.
— Wuajajajaja, sí. El dios humano está aterrado. A él ni el Dios Dragón Laplace lo intimidaba, pero el nuevo Dios Dragón Orsted lo aterra. Al parecer, Urupen dejó un sucesor muy poderoso. El Dios Demonio Laplace era aterrador, y se necesitaron siete héroes para sellarlo, y solo quedaron vivos Kalman y Perugius. Y el Dios Demonio es solo la mitad de Laplace, así de aterrador es ese ser. Yo lo enfrenté y casi me mata, jajaja, maldito bastardo. Pero si lo que dice Hitogami es cierto, el Dios Dragón Orsted es mucho peor que el Dios Dragón Laplace. Y más encima, Rudeus y Alex están con él, así que para poder matarlos necesitamos de la armadura. Wuajajajaja, vaya, ya llegamos.
— ¿Dónde estamos?
—En el medio del mar de Ringus, Esa es la boca que lleva del Laberinto del Diablo, uno de los tres grandes laberintos, diej apuntando a un gran agujero en medio dle mar donde salía gran cantidad de agua disparada al cielo, este lugar era evitado por marinos y la tribu del océano.
— Se siente un poder mágico horrible. Es perturbador, dijo Geese.
— Jajaja, claro. Antes hubo un gran continente en este lugar, de hecho así se llamaba. Unía al continente central y demoníaco. Cuando el Dios Dragón Laplace lanzó un último ataque, fue tan fuerte que creó el mar de Ringus, antes de eso solo existía el océano dle sur.
— Santo dios.
— Sí, así de fuerte era ese bastardo de Dios dragon Laplace. Todas las muertes que provocó ese ataque, hace que en este lugar el poder mágico sea tan asquerosamente grande, y ahí ese creo uno de los tres grandes laberintos, y ahí, amigo mío, es donde está la armadura descanza do desde hace 4200 años. Bien, afírmate, mono, dijo Badigadi, mientras saltaba al agujero. Cuando aterrizaron luego de varios minutos de caída libre, Geese estaba pálido.
Ya en el laberinto, Geese guió el camino. Cruzamos un inmenso lago y llegamos a unas grandes puertas, que eran ruinas de la Segunda Gran Guerra humano-demonio. Cuando entramos, la nostalgia me invadió. Estaba lleno de armaduras negras, y no muertos. Eran guerreros demonios. Antes de entrar, me senté.
— ¿Qué pasa?, preguntó Geese.
— Ahora la gente cree que la creación del mar de Ringus es un un mito, pero yo estuve ahí. El gran continente era hermoso. La explosión fue tan fuerte que provocó un gran cataclismo: terremotos, maremotos y volcanes. Poco a poco, el centro del gran continente se hundió, salvo por las tierras altas, que ahora llaman continente celestial. No fue instantáneo. Por lo que supe después, fueron cien años de cataclismos que devastaron el mundo. Aun así, los que vivían en el centro de lo que hoy es el mar de Ringus no tuvieron escapatoria.
¿Has oído alguna vez del monte Idazt, las colinas de Ares, el río Mimishillan, o el lago Cabre?
— No, nunca hasta ahora.
— Es porque ya no existen. Todo estaba en este lugar. Ahora todo bajo el océano.
—Geese lo escucho en silencio.
El monte Idazt tenía ese nombre en honor a un gran espadachín Elfo llamado Idaztleid. Él era un héroe de los humanos en la Primera Gran Guerra, antes de que apareciera Ars, o Milis mucho después. Él perfeccionó su técnica de espada, y fue el espadachín más poderoso del mundo. Mató miles de demonios, y sus enseñanzas serían las bases para el estilo Dios del Cauce y del Filo. Él murió a manos de mi padre, Necroos Lacross. Tuvo una muerte heroica. Wuajajajaja, eran los tiempos donde los Elfos aún se les llamaba tribu de los humanos de orejas largas. Ahora los consideran una raza aparte.
Idaztleid era muy popular entre los humanos en la Segunda Gran Guerra Demonio, y sus enseñanzas aún vivían, pero con el cataclismo, toda la literatura sobre él se perdió. Y la montaña que llevaba su nombre, ahora nadie lo recuerda. Él debería ser importante como Ars o Milis, sin embargo, desapareció de la historia humana. Lamentable, ¿no crees?
— Ya veo, dijo Geese, que lo escuchó con atención.
— Bien, hora de ir por la armadura, dije, poniéndome en pie.
Llegamos donde el guardia, que resultó ser un muerto viviente, y nada más ni nada menos que un general demonio de la Segunda Gran Guerra. Alguien mucho más poderoso que yo. Luego de que me diera una paliza, Geese dijo que el hombre dios le dijo que él se derrota con las palabras. Luego de mucho recordar, le dije que Kishirika estaba bien. Este tipo era leal a ella y estaba enamorado. Cuando estaba vivo, yo me sentía celoso de ellos, pero ahora sentía nostalgia.
Finalmente, cuando le dije que estaba bien, el monstruo se destruyó y el alma de ese camarada finalmente pudo descansar.
Una vez que pasamos las puertas que lo protegían, me topé con la armadura.
— Esto es increíble, dijo Geese, que la iba a tocar.
— ¡NO LO HAGAS! ¡SI LO HACES, MORIRÁS!
Geese retiró rápidamente la mano.
— Wuajajajaja, ja, qué cobarde. Anda, tocala. Mientras no la uses, no te pasará nada. Wuajajajaja.
— Eso no fue gracioso.
— Jajaja, sí lo fue. Bueno, Geese, déjame presentarte al Dios de la Lucha.
— ¿Creo que tú lo eras majestad? .
— No, la armadura es el Dios de la Lucha, no el portador. Bien, hay un Dios Dragón que asesinar, dijo Badigadi.