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Chapter 183 - La aldea Superd.

Caminaba preocupado. La aldea estaba a solo un día de camino, sin embargo, había muchos mercenarios y aventureros dirigiéndose ahí. La recompensa por matar a los diablos eran 10 monedas de oro Biheiril, una suma considerable en este país.

— ¿Qué pasa Kurt?, me dijo Sandor.

— Pensaba en Ruidjerd. Él tiene la capacidad para matar a esas personas, pero estoy seguro que no es obra suya , él no es una mala persona. Siempre cuida a los débiles, además no puede volverse invisible. Y está lo otro, fue en esa aldea donde fue visto comprando medicina hace unos meses. Me preocupa, espero que esto no sea una trampa de Geese y esté usando a Ruidjerd como carnada.

— Ya relájate Kurt, todo estará bien. Además, llegaremos primero y nos quedaremos con el oro, Wuajajajaja. ¿No es así Doga?, dijo Sandor a viva vos, para que nos escucharán el resto de mercenarios.

— Aha.

— Cuando llegamos a la aldea, había una plaza y frente a ella una posada. Estaba llena de mercenarios, aventureros y los clásicos mirones. Se estaba reuniendo una cantidad considerable, y eso que faltaba que llegara el ejército de las otras dos ciudades. Estábamos en eso cuando una anciana llegó gritando que dejaran en paz a la gente del bosque, que la gente del bosque mantenía a los diablos a raya, que la gente del bosque eran buenos, y que nos largaramos.

— Un tipo iba a sacar su espada, pero fue advertido que si hacía algo, los ogros intervendrían, así que se fueron. En ese momento la anciana nos miró y me agarró a palos.

— ¡Largate idiota, imbécil, largo de aquí! La gente del bosque son buenos, ellos mantienen a los diablos invisibles alejados de la aldea. ¡Largate!

— Hey, tranquila abuelita.

— Yo no soy tu abuela, —dijo la vieja dándome un palo en la cabeza que me dolió.

— ¡Qué te pasa vieja conchetu(...).

En ese momento, la mujer se descompuso y alcancé a tomarla antes que se cayera.

— Vayanse, dejen a la gente del bosque tranquila.

— Tranquila abuelita, te diré un secreto, yo soy amigo de la gente del bosque.

— Mentira.

— ¿Usan una lanza blanca y tienen el cabello verde?,— le dije.

— Así es. ¿Los conoces? . La gente vive en lo profundo del bosque del no retorno, (mierda qué nombre más perturbador). Me salvaron cuando era una niña, y salvaron a mi bisabuelo también. Ellos son buenos, no entiendo porque han venido a cazarlos.

— Escucha anciana, —dijo Sandor,— necesitamos hablar con ellos. Debemos advertirles lo que está pasando.

— ¿Cómo sé que no son asesinos?

— Uno de ellos me salvó cuando era niño y es mi amigo. Supe que hace unos meses vino a comprar medicina, y me preocupa su salud. Él tiene el cabello verde y una cicatriz en su cara. Se llama Ruidjerd.

— Sí, lo vi hace unos meses. Le compró medicina a un mercader. Él tosía mucho, consiguió algo de medicina a cambio de unas pieles, y regresó al bosque del no retorno.

— ¿Cómo llego a él?

— Debes cruzar el abismo del Wyrm de tierra. Si eres quien dice ser, él te va a encontrar. Escucha forastero hace muchos años, los diablos asolaban la aldea, hasta que la gente del bosque llegó, ellos hicieron un trató con los aldeanos y desde ese día matan a los diablos invisibles y nos mantienen seguro, debes en cuándo un aldeano se pierde y ellos los traen de vuelta, por favor salven a la gente del bosque .

— Gracias abuelita,— le dije mientras le daba una moneda de plata y la ayudaba a ponerse de pie.

— ¿Qué dices Sandor? Tenemos 10 días. ¿Vamos a buscar a mi amigo?

— Sí, vamos.

— Así nos dirigimos al bosque del no retorno y nos adentramos en él.

— Puedo hacerme una idea de lo que pasa,— dije.—Los Superd sobrevivientes viven en el bosque y se encargan de eliminar a esos diablos, pero la mujer dice que hace unos meses, Ruidjerd vino por medicina, y estaba muy enfermo. Justo en el tiempo en que esos diablos invisibles empezaron a atacar fuera del bosque y eso llevó a la historia de que ellos son los diablos, tal vez la aldea Superd este sufriendo por alguna epidemia o alguna enfermedad.

— Ya veo,— dijo Sandor.— Wuajajajaja, usted debió ser policía, Rudeus.

— Jaja, no es eso, solo estoy atando cabos,— le dije.

Sin embargo, había algo que me preocupaba. ¿Por qué Orsted no me dijo antes la ubicación de los Superd? Él ha visto 20 mil años de bucles, en alguno de ellos debió encontrarlos. Bueno, tranquilo, tal vez el tipo no lo sabe todo. En todos sus bucles jamás se ha encontrado con el Dios de la técnica. Tal vez nunca consideró importante este lugar.

Mientras pensaba en ello, caminábamos por el bosque, el cual era inquietantemente silencioso. A veces se escuchaba el canto de un pájaro o el crujir de las ramas que algún ciervo o jabalí rompían, pero todo era muy callado. Caminamos hasta que atardeció y decidimos acampar cerca de un Monumento a las 7 grandes potencias. Mientras Doga fue por leña, yo creé una tienda con magia de tierra. Una vez listos decidimos comer algo antes de irnos a dormir.

— Estos monumentos siempre están en lugares con mucha concentración de maná, —dijo Sandor.

— ¿En serio? Eso no lo sabía, —dije.

— Así es. Veo que no han cambiado los rangos ,— dijo Sandor.

— De hecho, hay un nuevo Dios del filo, —le dije.

— ¿En serio? Así que Gal Farion fue derrotado. Vaya, ¿quién lo diría?

— ¿Lo conoces?

— No, solo de nombre. Apuesto que quien lo derrotó fue un familiar. ¿O me equivoco?

— Así es, fue su sobrino Jino Britts. ¿Cómo lo sabes?

— Porque el símbolo no ha cambiado. Lo mismo que el del Dios del Norte, es el mismo desde el primer Kalman o el de Dios Dragón. Todos usan el mismo símbolo, lo mismo pasa con el Dios de la técnica y el Dios de la lucha.

— ¿Qué hay del dios de la Muerte?

— Bueno, cuando Randolph se hizo Dios de la muerte, su símbolo cambió. Laxus tenía una especie de calavera.

— Oh, ya veo. Tú también eres muy culto, Sandor.

— Wuajajajaja, es que cuando se es mercenario en la zona de conflicto se aprenden muchas cosas jajajaja. Rudeus, ¿puedo molestarlo con una historia?.

— Mmmmm, déjame pensar. Mmm, ya se, ¿han escuchado del hombre lobo americano en Londres?

— ¿Es un ferál como Ghislaine?

— No, es un hombre, que se transforma en un lobo. Entonces él (...), caza a los pobladores asesinándolos brutalmente (...). Pero cuando ya no hay luna llena, se regresa a la normalidad (...). Descuartizaba y devoraba a sus víctimas (....) Fue asesinado con una bala, digo una flecha con punta de plata que era lo único que podía matarlo.

— Wow, ¡qué buena historia! Usted sí que tiene talento, ¿no crees Doga? ¿Doga? , ¿estás temblando?

— No, hace frío.

— Claro que no, no me digas que te dio miedo, —se burló Sandor.

— No.

— Oye Doga, deberías aprender estas historias y contárselas a Isolte. Y cuando tenga miedo, puedes decirle: "Ven a mis brazos, yo te protegeré".—le dije.

— Ella es emperatriz del cauce, nada la asusta.

— Escucha, Doga, las chicas dan señales. Si le cuentas una historia así a Isolte, y ella te dice que tiene miedo, aunque no lo tenga, es para que hagas tu jugada y le digas "no te preocupes, yo te protegeré".

— Pero ella es muy fuerte, ¿por qué me diría eso?

— Ya te dije, las chicas hacen eso. Por ejemplo, mi esposa Nana, antes de casarnos, cuando viajabamos a la ciudad y regresábamos al atardecer me decía "Rudy, tengo frío", ¿y sabes qué hacía?

—¿Una fogata? .

— No. Me sacaba mi abrigo y la cubría con él.

— Pero una fogata sería más útil.

— Maldición Doga, tú solo haz lo que te digo.

— Aha.

— Wuajajajaja, Doga, escucha estos consejos. Son oro puro.

— Y tú, ¿cómo conquistaste a tus esposas Sandor?,— preguntó Doga.

— Fue fácil, las dejé locas con mi irresistible encanto, —dijo sonriendo.

Estuvimos bromeando un rato más hasta que nos dormimos. A la mañana siguiente, seguimos adentrándonos en el bosque de No retorno. No tardamos mucho en llegar al abismo del Wyrm de tierra, una larga quebrada que cruzaba todo el bosque hasta las montañas por el norte.

— Esperen un poco, usaré mi ojo de visión distante, —les dije. Así que me puse a mirar más allá del bosque, pero solo vi árboles. Cuando miré al abismo, el cual no se veía el fondo a simple vista, observé unas especies de hongos y plantas de color azul y un brillo del mismo color. Y aferrado en las paredes, y lo digo sin bromear, unas cosas lo más parecido a Koopa de Mario Bros que podrías ver, pegados a las paredes del abismo. Eran Wyrm de tierra, tenían caparazón como las tortugas, pero se notaba que era un tipo de dragón. Como ya les dije, lo más parecido a Koopa que podrías ver, salvo por sus largos cuellos y su color algo amarillo-verde-negrusco.

— Mierda, si caemos ahí, estaremos jodidos, —dije.— El fondo está plagado de Wyrm de tierra.

— Ya veo, —dijo Sandor mirando a ambos extremos. —Espere, Rudeus, mire, ese es un puente, vamos, me dijo.

— Cuando llegamos, efectivamente era un puente colgante, el cual no me dio ninguna seguridad, en especial por Doga, y por mí mismo, que usaba la Mark II.

— ¿Qué esperamos para cruzar? —dijo Sandor, que iba a cruzar, pero lo detuve.

— Espera, no sabemos si esa cosa es estable. Déjame hacer algo más seguro, —le dije.

Así que puse mi mano en el suelo y conjuré dos lanzas de piedra que atravesaron el abismo por la parte más estrecha del abismo, hasta que llegaron al otro lado. Luego, reforcé las gigantescas lanzas con soportes diagonales en la base y conjuré un camino sobre las lanzas de tierra, que parecían dos tubos que conectaban ambos lados del abismo.

— Vaya, eso es impresionante, Rudeus, además de mago eres ingeniero.

— No lo soy, Sandor. De hecho, cruzaré primero. Si eso colapsa, puedo usar gravedad.

— ¿Y no era más fácil que nos cruzaras con gravedad?

— Eeeeeh, ahora que lo dices, esa era una mejor idea.

— Wuajajajaja, tranquilo, ya cruza, veamos si esta cosa resiste.

Así que crucé el puente sin problema. De hecho, en medio me puse a saltar y la cosa era ultra resistente, así que les di la señal para cruzar. Ya en el otro lado, seguimos nuestro camino. Podíamos notar un sendero, así que lo seguimos. Mientras caminábamos, estábamos en silencio. Los tres estábamos alerta, sentíamos que éramos observado, y los cantos de las aves ya no se escuchaban.

— Esto me da mala espina, —dijo Sandor.

— Sí, a mí igual. Me siento observado,— dije sacando mi sable.

— ¿Superd?, —dijo Doga asustado.

— No. Si fuera un Superd no nos daríamos cuenta que nos observa, —dije.

Caminamos unas horas cuando, de pronto, un fuerte olor llenó mis fosas nasales. Era algo animal, con cierto aroma a humedad y muerte. Y podía escuchar como crujían las ramas. Al mirar tras de mí, Doga tenía su hacha agarrada firmemente. De pronto, lo que alla sido empezó a correr. Pude sentir que venía hacia mí, pero cuando miré atrás, Doga estaba en el suelo y su cabeza se movía salvajemente mientras sus manos sujetaban el aire, pero en realidad sí tenía sujeto a algo.

— Doga, grité y le di una patada a la cosa que tenía al grandote, haciendo que saliera volando. Le di una patada tan fuerte que la sangre mostró su forma: era un lobo gigante.

— Doga, de pie. Yo les cubro las espaldas, Rudeus, guarda tu espada y lanza magia de fuego, ordenó Sandor.

Doga lanzó un hachazo rompiendo varios árboles, pero no le dio a nada. Cuando estaba conjurando eléctrico, de pronto Sandor me dio un tirón.

— Cuidado, gritó. Justo en ese momento, vi como un tridente blanco pasaba por mi lado y se clavaba en esa maldita cosa invisible, matándola en el acto. Cuando miré a quien la había lanzado, no pude verlo bien, porque el sol lo iluminaba. Cuando llegó al lado del animal para recuperar su lanza, lo reconocí de inmediato . Pelo verde, piel blanca y usaba una especie de poncho.

— RUIDJERD.

Pero cuando se dio vuelta, si bien era un Superd, no era mi hermano. Era otro chico, quien nos miró confundido.

— Lo siento, te confundí, —le dije hablando la lengua demonio.

— ¿Conoces a Ruidjerd?, —me dijo.

— Así es, somos amigos. Estuvimos 3 años juntos. Él me guió desde el continente demoniaco a mi casa cuando era niño. ¿Él está por aquí?

— Sí, vengan, siganme, —dijo el Superd, quien nos guió hasta la aldea.

Caminamos cerca de una hora más, hasta que llegamos a la aldea. Me recordó a la aldea de Roxy. De hecho, hacen lo mismo. Unos tipos cocinaban, otros despostaban un animal y unas chicas cultivaban una huerta. Muy parecido a la tribu Migurd, bueno, Roxy ya me había dicho que tenían costumbres similares. Vi a varias chicas Superd y son muy lindas: delgadas, de piel blanca, pelo verde, pero a la vez musculosas y con tremendas tetas. Era como combinar a Eris y Silphy. Pasó una por el lado mío y era hermosa.

Los Superd nos miraban con curiosidad, pero al ver que veníamos con el chico que nos guiaba, no nos prestaron mucha atención.

— Esto es fascinante, —dijo Sandor, que miraba y sonreía como un niño, mientras Doga estaba en medio de nosotros como si tratara de ocultarse. Cuando lo miré, tenía una cara de que estaba por ponerse llorar en cualquier momento. Me recordó a Roxy, a pesar de que ya conoce a Ruidjerd, aun le teme a los Superd. De hecho, una vez tenía una estatuilla de Ruidjerd en mi habitación y Roxy al despertar dio un grito y la lanzó por la ventana. Al final, la estatuilla se la quedó Norm.

Después de una mini visita turística por la aldea, llegamos a la casa más grande dónde el Superd habló.

— Jefe, he traído a tres humanos. Uno de ellos dice que es amigo de Ruidjerd.

Pude escuchar murmullos desde adentro, y luego escuché que nos dijeron que pasáramos.

Cuando entramos, todos se veían jóvenes. No había ningún anciano. Tal vez ese que se veía de unos 35 sea el más anciano, pensé. Dios, son muy similares a los Migurd, todos se ven jóvenes aunque los Superd tengo entendido que viven miles de años, a comparación de los Migurd .

— Ruidjerd, este humano dice que te conoce,— dijo el chico. De pronto, ahí entre los demás, uno se puso de pie. Lo reconocí de inmediato por su cicatriz en la cara. Ahora tenía el cabello crecido y verde, pero aun usaba la bandana de cuando éramos aventureros.

— Ruidjerd, ¿cómo estás amigo?

— ¿Quién eres?, —me dijo con sospecha.

— ¿Me olvidaste? Soy Rudeus, amigo.

— No te he olvidado, pero Rudeus se ve diferente.

— Oh, mierda, lo siento. Estoy disfrazado,— dije quitándome el anillo, adoptando mi verdadera forma, Cúando hice eso los Superd murmuraban entre si.

— Rudeus, —me dijo con una gran sonrisa. De hecho, creí haber visto lágrimas en sus ojos.

— Ruidjerd, estos humanos son confiables,— dijo un tipo que estaba tras él, y por las alhajas qué tenía, diría que es el jefe de la aldea.

— Sí, lo son,— dijo Ruidjerd, así que nos invitaron a tomar asiento.

— ¿Qué haces aquí Rudeus?, —preguntó Ruidjerd.

— De hecho, venía a verte. Necesitamos hablar.

Ruidjerd miró al líder y este asintió.

— Veo que al fin encontraste a tu pueblo, hermano mío.

— Así es. Poco después que dejé a Aisha y Norm contigo, Badigadi me esperaba a las afueras de La Sharia. Él me dijo que sabía dónde estaban los Superd, así que después de algún tiempo, él me trajo aquí. Fui recibido por mi pueblo nuevamente, y aclaramos lo que pasó en el pasado. Y desde ese tiempo estoy aquí.

— Me alegro que encontraras tu hogar, hermano mío. Pero supe que estabas enfermo. Una anciana de la aldea humana cercana, me dijo que te vio comprando medicina.

— Así es. Estuvimos afectados por la plaga. Fui por medicina y ahora estamos en recuperación, me dijo sonriendo.

— Ruidjerd, tengo malas noticias. El Reino está organizando un ejército para atacar este pueblo. Hace unos meses, esas cosas invisibles empezaron a atacar fuera del bosque del no retorno, el reino envió una expedición y fueron asesinados salvo por uno, y muchos creen que son ustedes. En estos momentos, se está reuniendo un ejército de mercenarios y aventureros.

La reacción fue de pesimismo. Los Superd empezaron a hablar entre ellos y se lamentaban porque tendrán que huir de aquí.

— Ya veo. Eso debió ser cuando estábamos enfermos. Seguramente los lobos invisibles traspasaron la frontera del bosque.

— Los Superd nunca tendremos descanso por nuestro legado, —dijo el jefe.— La guerra de Laplace nos va a perseguir por siempre.

— Yo puedo intervenir, —dije. —Aunque no lo crea, tengo mucha influencia, además soy un humano.

— Pero los humanos nos temen.

— Señor, ya no es tan así. Ruidjerd es prueba de ello. Créame, puedo solucionar esto. Si le explico al rey que ustedes mantienen a raya a los lobos invisibles, puedo conseguir que les permitan vivir aquí. Además, Biheiril es muy laxo. Los ogros son ciudadanos y la iglesia de Milis no tiene influencia. Y si todo eso sale mal, puedo hablar con Ariel para que se ubiquen en Asúra. Ahí sería algo complicado, pero hay un territorio al norte, el bosque de los bigotes del Wyrm rojo, donde nadie los molestaría.

— ¿Quién es Ariel?, preguntó Ruidjerd.

— Es la reina de Asúra.

— ¿Y la llamas por su nombre?

— Eeeeeee, es una larga historia. Somos amigos.

El resto de Superd empezaron a discutir entre ellos. La verdad son muy parlanchines, yo me esperaba que fueran como Ruidjerd: serios y callados. Pero más parecen un grupo de hombres jóvenes que están en un bar.

— ¿En serio puedes hacer todo lo que dijiste, chico?,— preguntó el líder.

— Así es.

— Bien. Debemos discutir esto a fondo. Te daremos una respuesta en unos días.

— Señor, atacarán dentro de 2 semanas aproximadamente, por favor no se tarden.

— Entiendo. Te daré la respuesta a más tardar en 2 días. Ruidjerd, llévalos a una casa de invitados y asegúrate que coman y descansen.

— Sí.—dijo mi amigo escuetamente.

— Espere, ese no es el asunto principal por el que vine, —dije.

— Por ahora no. Debemos procesar esta información y tomar una decisión. Escucharé lo que tiene que decir después. Por ahora es hora de descansar, —me dijo el tipo y se fueron. Los quedé mirando desconcertado. No sabía que respetaban tanto el tiempo de descanso, considerando como es Ruidjerd.

— Vengan, nos dijo Ruidjerd y guió a Sandor y Doga a una cabaña, donde Doga se encerró. El pobre chico estuvo toda la reunión asustado, mientras Sandor salió a mirar la aldea y a hablar con los Superd (por cierto, habla perfectamente el idioma demoniaco, en serio, ¿quién es este sujeto?). Sandor es un tipo muy afable. Rápidamente estaba hablando con unas mujeres y tipos, mientras yo miraba a los niños y sus colas, que al alcanzar la adultez se vuelven lanzas.

— Ruidjerd me invitó a su casa, que era amplia con 4 habitaciones. Se parecía mucho a la distribución de la casa de mis suegros, con un brasero en la parte central.

— Es una casa grande. ¿Vives solo?

— Así es.

— ¿No tienes novia, Ruidjerd?

— ¿Crees que podría?

— Lo siento, no quise hacerte recordar el pasado, —le dije.

— Jajaja, no es eso, simplemente no tengo una pareja. Pero cuéntame, ¿cómo has estado?

— Bien. Pues desde la última vez que te vi, yo (...) rescatamos a mamá en Lapam (...), me casé con Roxy y Silphy (...), me casé con Eris (...), me casé con Nanahoshi (...).

— Así que te casaste con Eris (...) y con tres mujeres más. No podía esperar menos de ti,— me dijo con una sonrisa.

— ¿Qué significa eso?

— Nada. Tu madre debe estar furiosa contigo. Me dijiste que es una Milis, ¿cierto?

— Sí, ni lo digas. Ella siempre me golpea.

— ¿Y Eris tomó el camino del guerrero?

— Así es. Es una doble reina en Dios del Norte y Dios del filo, además de maga avanzada.

— Ya veo. Me alegro que volvieran a estar juntos,— me dijo con una genuina sonrisa.— ¿Tienes hijos?

— Sí, 4: dos con Silphy, uno con Roxy y otro con Eris. Me gustaría visitarte con Eris y Ars un día.

— ¿Lo llamaste Ars? ¿como el tipo de la primera guerra?

— Fue Eris. Yo quería llamarlo Phillip como el padre de Eris.

— Ya veo. Me alegro que estés bien, amigo mío.

— Ruidjerd, yo no he venido a hablar de familia. Te necesito en mi ejército.

— ¿De qué hablas?

— Así que le conté la historia del Dios Humano. Cómo trato de matar a Roxy y Silphy, el Rudeus del futuro, mi alianza con el Dios Dragón, mis misiones (...), entonces cuando hice las paces con Milis, Geese me dejó una carta. Él es el traidor, está buscando aliados para destruirme a mí, al ejército y a Orsted. El Dios Humano necesita a Laplace con vida, y el ejército de Orsted se está formando para derrotarlo. Así que por eso, amigo mío, únete a mí y así derrotemos a Geese y a Laplace,— le dije con una sonrisa estirando mi brazo.

Pero cuando miré a Ruidjerd, él me miraba con hostilidad, y luego con confusión y resignación.

— Mira, si no quieres unirte, está bien, te entiendo. Al menos puedo intervenir para que no expulsen a los Superd, pero estaré aquí hasta que mate a Geese.

Ruidjerd permaneció en silencio y tenía una cara complicada.

— Escucha, Laplace nacerá en 80 años y el Dios Dragón está (...).

— Sígueme, me dijo secamente interrumpiendo mi frase, y me condujo a un claro del bosque,caminamos un rato iluminados por los espíritus de luz. Una vez llegamos, él me habló.

— No puedo aliarme contigo.

— ¿Qué? Pero dijiste que ese sujeto arruinó tu vida. Escucha, Asúra, la niña bendita de Milis, el reino Dragón, las naciones del triunvirato mágico y las tribus feráles pelearán contra Laplace. Si los Superd pelean con nosotros, su reputación será restaurada.

— Mentí, Rudeus.

— ¿Sobre qué?

— La plaga no fue controlada. La medicina no funcionó, dijo quitándose la bandana, mostrándome su joya que ahora era azul. Y alrededor de su frente tenía una especie de venas azules.

— ¿Qué te pasa?

— Estoy siendo poseído por el rey abismal Vita. Él está reteniendo los avances de la plaga.

— ¿Con quién hablo ahora?, dije mientras acumulaba mana en mi mano.

— Soy Ruidjerd, Vita solo controla la enfermedad. Él nos tiene poseídos a casi todos en la aldea.

— ¿Cómo llegó Vita aquí? Él estaba en el Laberinto Infierno.

— Hace unos meses, él llegó y me pasó a Vita. Él dijo que salvaría a la aldea, pero debía hacerle un favor, y debíamos pelear contra un enemigo. Estaba tan desesperado que no me quedó otra opción que aceptar.

— ¿Quién lo trajo? Ruidjerd.

— Geese, aunque jamás me imaginé que tú serías el enemigo, dijo dando una mueca de sonrisa.

— Traicionalo, únete a mí. El Dios Dragón sabe de todo y puede curarlo. Puedo llamar a Cliff, él también podría saber algo, incluso trataré de convencer a Perugius. También le hablaré a Ariel y mañana estarán aquí los mejores doctores de Asúra.

— Orsted estuvo aquí hace 2 años. ¿No te lo dijo?

— ¿Qué?

— Por lo que me contaste, hace 2 años ya estabas aliado con él, ¿cierto? ¿Acaso no te lo dijo?

— No, no me lo dijo, —dije confundido, —¿y qué vino a hacer?

— No lo sé. Todos entraron en pánico, trató de hablarnos, pero lo ahuyentamos y a los días se marchó.

— ¿Por qué él no me dijo nada?

— ¿Aun confías en alguien así?, me pregunto Ruidjerd.

— Sí. Hasta ahora siempre me ha ayudado, cuida a mi familia y es mi maestro. No entiendo, ¿por qué no me dijo nada?

— Lo siento, Rudeus.

— Vas a ser mi enemigo, Ruidjerd.

— No tengo opción.

— Maldita sea, imbécil, ¡te quiero como a mi hermano y me das la espalda, maldito desgraciado!

— Incluso los hermanos deben enfrentarse.

— ¡Oh, vete a la mierda con ese maldito código vetusto! Geese quiere matar a mi hija, el hombre Dios quiere matar a mi hija,¿ y ahora me dices que eres aliado de ellos? ¿Vas a matar a mis hijos, Ruidjerd? . ¡Tú, quien se supone que siempre cuidas a los niños!

— Jamás dañaría un niño.

— ¡Pero lo harás si me matan! El hombre Dios quiere la cabeza de mis hijos, maldito imbécil, te creía mi hermano y me sales con una mierda de este calibre.

— Lo siento.

— Ruidjerd, si te enfrentas a mí y si eso significa que mis hijos estén en peligro, te mataré. Y ahora ya no soy el niño que conociste. Aunque me duela, lo haré. Si eso significa que mis hijos vivan, lo haré.

— Te entiendo, Rudeus. Yo haría lo mismo.

— ¡PERO NO QUIERO, TESTARUDO HIJO DE PUTA!, grité pateando una roca y destrozándola. ¿Por qué? De todos los malditos seres en este mundo, ¿por qué tenías que ser tú? ¡Tú, ese hijo de puta de Geese, sabía que te estaba buscando, te esta engañando, maldita sea reacciona, con un demonio.

Me quedé en silencio unos minutos tratando de calmarme.

— Si curó tu enfermedad, ¿traicionarías a Geese y te unirías a mí?,— le dije.

— Puedes hacerlo.

— No lo sé, pero moveré aire, mar y tierra para curarte. Llamaré a Cliff, él tiene el Ojo de la Identificación de Kishirika.

Ruidjerd me dio la espalda y se cruzó de brazos mientras miraba la luna.

— Yo no quiero pelear contigo, Rudeus. Yo también te considero mi hermano.

— No lo hagas. Geese es malvado. Confía en m, el fondo sabes que lo que te digo es la verdad.

Finalmente, Ruidjerd se dio vuelta y me sonrió.

— Bien, si logras curarnos, me aliaré a ti y pelearemos juntos nuevamente.

— Uuuf, gracias a Dios, —dije aliviado.

En ese momento, Ruidjerd cayó de rodillas mientras se tapaba la boca con sus manos.

— Ruidjerd, ¿estás bien?, —pero cuando me acerqué a él, su gema era roja nuevamente y sus ojos eran de color negro.

— ¿Ruidjerd? No, tú eres Vita, —dije al darme cuenta que había poseído por completo a mi amigo. Vita me sostuvo muy fuerte y no pude apartarme.

— ¿Qué haces hijo de puta? — Pero Vita hizo que Ruidjerd abriera la boca y la pegara a la mía. Pude sentir como el maldito limo entraba a mi cuerpo cuando perdí la conciencia.