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Chapter 177 - Reclutando aliados, primera parte el santuario de la espada

Esa semana en que estábamos con Nana preparando su regreso, fue bastante desgastante emocionalmente para ambos, pero ahora ya con ese asunto solucionado y con mi esposa de regreso en casa, ya estaba más tranquilo y era hora de retomar las misiones.

Así que lo siguiente era partir rumbo a la tierra santa de la espada, y quién mejor para acompañarnos que Eris. También decidí llevar a Paul en este viaje, aunque él deberá retornar a casa y no irá con nosotros a la zona de conflicto, ya que tendrá otra misión: encontrar a Ruidjerd, a quien pretendo reclutar. Así que después de reclutar al Dios de la espada, papá se dedicará a eso. Además, pronto las chicas se van a graduar y papá debe estar en la Sharia, pero como el viejo me tenía de este porte 🥚🥚, cada pelota lo llevaré con nosotros. Además, existe la posibilidad de que tengamos problemas con Gal Farion, ya que Eris dijo que el tipo no es tan afable como Orsted dice .

Yo me encargaría de él, Eris de los emperadores y papá de los santos, aunque no planeamos llegar a eso.

Como sea, la noche antes de partir, la volví a pasar con Nana , con quien hicimos el amor de manera más relajada, y pude ver que la alegría había retornado a su rostro. Además, estaba preocupado por Lucy. Como en aquel diario del futuro, mi hija siente un fuerte apego por Nanahoshi. Pensé que en esta realidad, al estar Silphy y Roxy vivas, la relación sería diferente, pero aún así Lucy ama demasiado a Nanahoshi.

Ya más tranquilo y con la seguridad de que Orsted cuidaría a nuestra familia, partimos al santuario de la espada, a un círculo de transporte que estaba a medio día de la ciudad contigua al santuario.

Cuando llegamos, Eris rápidamente guió el camino.

—Ya muevan los pies, son demasiado lentos, maldita sea —nos dijo Eris.

—Oye, no es fácil caminar por la nieve —le dijo papá.

—Pffff, todo el año es así en este lugar, y siempre venía por aquí cerca a entrenar todos los días. Ya muevanse, ambos son santos del filo, deberían moverse más rápido.

—Pffff, ahora que estamos en sus dominios, ella se cree la líder —dije entre dientes.

—¿Qué dijiste, Rudeus? —dijo mirándome como una predadora.

—Nada, amor, —maldita sea, ahora ella también tiene audición ferál como Silphy, pense.

Caminamos unas horas y llegamos a una ciudad dónde todos portaban espadas. De hecho, fuimos testigos de una pelea a espadas en plena calle, que terminó con un tipo herido. Yo y Paul mirábamos esto atónitos, no es que nunca viéramos una pelea, pero nunca en plena calle a plena luz del día, y además que la gente no prestara atención.

—Ustedes dos dejen de mirar como idiotas , ya caminen —nos dijo Eris.

—Dios, qué mandona es —me dijo Papá .

—Esto no es nada, la hubieras visto como era en Roa, era un pequeño monstruo, —dije.

—Te estoy escuchando Rudeus, —me dijo con un tono que estaba a unos segundos de golpearme, —No mires a la gente así, o tendrás problemas, — dijo Eris. Justo en ese momento, un tipo enorme se nos cruzó en el camino.

—Tienen bastante agallas, niños, para estar aquí —pero tan pronto dijo eso, notó las espadas que portabamos y el tipo se puso pálido, ademas Eris empezó a emitir una enorme cantidad de sed de sangre.

—Largo de mi camino o te corto por la mitad pedazo de mierda —le dijo Eris.

—Lo siento, lo siento, mi señora —dijo el tipo y se fue con la cola entre las piernas.

—Oye, Eris, ¿el te conoce?.

—No, nunca lo había visto.

—Estas segura que no causaste problemas aquí? —pregunté .

—No, casi nunca vine a la ciudad, solo salía a comprar algunas cosas o a misiones que me daba el Dios del filo, de hecho cuando las tiempo estuve aquí, fue cuando vine al gremio a averiguar donde estabas.

—Ya veo —dije mirando a papá que se encogió de hombros.

Pero había algo raro, todos nos miraban. Bueno, Eris y Paul iban vestidos de espadachines, creo que me miraban a mí, ya que vestía mi túnica de mago y tenía tres espadas en el cinto y 2 dagas. Debo haberme visto raro para estas personas. Al parecer, los espadachines magos no son comunes en este territorio y menos un espadachín del Dios del Norte como yo, ya que mis tres espadas hacían bastante evidente mi escuela.

Tras caminar una hora más, llegamos al santuario de la espada, y es gigantesco, mucho más grande que la sede del Dios del Cauce en Ars, y el terreno es más grande que el fuerte Necroos, aunque no más alto que esa gran torre de Atofe.

Eris llegó y entró al complejo.

—Rápido, que hacen mirando como idiotas —nos dijo.

—¿Podemos pasar así como así? —dijo Paul.

—Pffff, claro que sí, vamos, síganme —dijo con confianza.

Cuando entramos al patio, había un tipo limpiando nieve.

—Oye, ¿dónde está el Dios del filo? —exigió Eris.

—Él está en (...) —pero cuando vio a Eris, se puso pálido, abrió mucho los ojos, soltó la pala y salió corriendo hacia el interior del santuario.

—¿Estas segura que no hiciste nada malo Eris? —le dije.

—¿Porque preguntas? —dijo fastidiada.

—Porque ese chico salió huyendo cuando te vio. ¿Segura que no lo golpeaste?.

—Mmmm, bueno practique muchas veces con él, pfff, cobarde —dijo, y siguió caminando.

Podíamos ver a varios jóvenes practicando y a lo lejos se escuchaba cómo sonaban las espadas de madera al chocar, pero la verdad me preguntaba por qué se veía tan poca gente en este lugar tan grande.

"Esta pensando en eso, cuando llegamos a una gran sala de entrenamiento, donde había manchas de sangre secas en el piso. Solo pude imaginar lo brutal del entrenamiento de estos tipos.

Cuando llegamos ahí, Eris exigió ver al Dios al Dios del filo, pero los chicos que limpiaban ese lugar, salieron corriendo apenas la vieron.

—¿Siempre es así aquí, Eris? —dije.

—Sí, algo así —dijo despreocupadamente, pero al poco tiempo, por todos lados aparecieron unos 50 tipos con espadas bastante reales desenfundadas mientras nos rodeaban y resolvía mi duda de donde estaban todos.

"Qué mierda," pensé mientras sacaba mi sable y Paul su espada, mientras los espadachines se nos acercaban.

—OK, los electrocuraremos antes de que nos ataquen y saldremos de aquí —dije, mientras creaba un campo de gravedad cero alrededor de nosotros para hacer flotar a estos idiotas, pero Eris aún estaba con los brazos cruzados, sin siquiera inmutarse.

—Soy la reina de la espada, Eris Greyrat, exijo ver al Dios de la espada Gal Farion —dijo a todo pulmón. Cuando dijo eso frente a ella, los espadachines abrieron un camino dándole paso a una hermosa mujer de pelo azul marino.

—¿Qué haces aquí, Eris? —dijo.

—Vengo a hablar con El dios de la espada —dijo, con los brazos aún cruzados.

—¿Gal Farion? —dijo Nina confundida.

—Así es.

—Llámalo maestro al menos.

—No, solo Ghislaine es mi maestra. ¿Dónde está el?, mi esposo, el emperador del Norte, y yo necesitamos hablar con él.

—¿Y qué hay de ese tipo, el triple santo? —dijo Nina, apuntando a papá.

—Él solo quería conocer el santuario —dijo Eris, mirando a papá.

—Bien, retírense —dijo Nina—. Yo me encargaré de esto.

—Pero ella es la reina de la espada berseker, y dijo que esos tipos son un emperador del norte y un triple santo —dijeron algunos estudiantes.

—Ya dije que me dejen sola con ellos, retírense.

Y así nos quedamos solo los cuatro en la sala.

Nina tomó una postura con una rodilla en el suelo, una postura para desenfundar la espada rápidamente . Eris hizo lo mismo. Por alguna razón, Nina estaba tensa y atenta a nosotros. Yo me senté al lado de Eris y papá al otro lado, pero no adoptamos posturas.

—Rudeus, suegro, siéntense como les enseñó Ghislaine— nos dijo Eris .

—No es necesario, Eris, no vine a pelear, solo hemos venido a hablar con el Dios del filo, —dije.

—Están hablando de Gal Farion, ¿cierto? —preguntó Nina.

—Claro, ¿por qué? ¿Hay otro dios del filo?, —dije bromeando, pero me di cuenta de que Nina no se reía.

—¿Qué pasa? —dije—, ¿pasa algo malo?

—¿Dónde está Gal Farion? —insistió Eris.

—Él no está aquí.

—Oh, bueno, podemos esperarlo, ¿cuando regresará ? —pregunté .

—Tal vez nunca —me dijo Nina.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —dijo Eris.

—¿No lo sabes? —Pensé que había venido por eso. Pfffff, Gal Farion fue derrotado, él ya no es el Dios del filo.

—¿Qué? —dijo Eris, impactada—. ¿Quién pudo haberlo derrotado?

—Fue Jino Britts. Fue de un solo golpe. Nunca vi un golpe tan rápido.

Eris se quedó callada por un momento, mientras digería esta noticia y tenía una expresión complicada en la cara.

Entonces, ¿Jino el Dios del filo? —dije.

—Así es—dijo, y después miro a Eris—. Si quieres, puedes desafiarlo. Si lo derrotas, serias la diosa del filo, Eris

—No me importa. No me interesan los títulos son una idiotes.

—Ya veo —dijo Nina dando un suspiro de alivio .

—Entonces, Gal Farion se fue con la cola entre la piernas como un maldito cobarde —dijo Eris.

—Sí —dijo Nina tranquilamente, sin importarle que Eris insultara a su padre.

—Y tú Nina, ¿no piensas desafiar a Jino y ser la diosa del filo? —dijo Eris.

—No, no podría derrotarlo. No es el mismo Jino que recuerdas. Es demasiado rápido —dijo sentándose más tranquila, abandonando su postura, al ver que no veníamos a pelear con Jino.

—Bueno, podría hablar con Jino —dije—. Le traigo un presente que puede gustarle —dije, haciéndome el tonto que en realidad este era un regalo para Gal Farion.

—¿De qué quieres hablar con Jino? —preguntó Nina con sospecha.

—Lo quiero en la alianza. Necesito aliados. Verás, tenemos una guerra ad portas y necesito aliados fuertes.

—Creí que la guerra con Laplace sería en 80 años —dijo Nina.

—Así es, pero hay fuerzas que se enteraron que estamos reuniendo aliados y esas personas quieren el resurgir de Laplace. Y cuentan el apoyo de un ser que se aparece en sueños y dice ser Dios. Por cierto, ¿no a aparecido alguien así en tus sueños, o a venido un demonio con cara de mono llamado Geese?.

—No, nadie así a aparecido, ni tampoco en los sueños de Jino creo. ¿Y un demonio? No, eso sería difícil, no hemos visto a nadie así.

—Entiendo. Entonces, ¿puedo hablar con el Dios del filo Jino?

—Me temo que no es posible. Muchos practicantes del estilo del Dios del filo han llegado a desafiar al nuevo Dios de la espada y está muy ocupado.

—¿Y qué hay de ti, Nina? ¿Puedes unirte a nosotros? —dijo Eris.

—Temo que no puedo —dijo, acariciando su vientre.

Cuando miré a Eris, tenía cierta decepción en su rostro. Era como si el lugar que conocía ahora era totalmente ajeno a ella.

—¿Qué tan fuerte es Jino? —preguntó Eris.

—Es fuerte. Nadie es más rápido que él.

—Pero como era solo un santo del filo.

—Así es. Pero un día después de que regresara de la coronación de Ariel, Jino se fue por varios meses a entrenar. Y cuando regresó, desafió a mi padre y lo derrotó de un solo golpe. Él es otra persona ahora —dijo con orgullo y una mueca de sonrisa.

—Ya veo. —: "De seguro estos dos son pareja ahora y Jino de seguro le está dando como un campeón todas las noches, mmmm acaricia su vientre, tal vez ya cuajo pensé ."

—¿No sabes dónde pueda estar Gal Farion? Aun así, sería un buen aliado. No está de más reclutarlo aunque ya no sea el Dios del filo —pregunté.

—Temo que no sé dónde pueda estar. El día que perdió, simplemente le hizo una reverencia a Jino y se marchó solo con su espada.

—¿Qué hacemos ahora , Rudy? —preguntó Paul.

—Nada. Debemos ir a buscar a Kalman III. Escucha Nina —dije volviendo a hablarle—, ¿puedes decirle a Jino que cuando no tenga tanto movimiento con los desafiantes, podría reunirse conmigo?

—Mmmmm. Ven en unos meses. Yo creo que en ese momento las cosas van a estar más tranquilas en este lugar. Esto siempre sucede cuando un nuevo Dios de la espada asciende. Además, alguien podría derrotar a Jino.

—Lo dudo —le dije, recordando el diario del futuro, cuando Jino me desafió cuando era el Dios de la Muerte.

—Bien, puedes darle esta carta —dije mientras escribía una nota para Jino, diciéndole que me gustaría tenerlo en la alianza.—Y si aparece el cara de mono, mátalo, es un enemigo, y no confíes en el tipo que aparece en los sueños y se hace llamar hombre dios. Créeme, es malvado,—Le dije a Nina .

—Lo tendré en cuenta —dijo, recibiendo la nota.

—Eris, amor, ahora deberé ir a Milis a conseguir un permiso para que los expedicionarios nos dejen entrar a la zona de conflicto. Tal vez quieras quedarte unos días acá y compartir con tu amiga.

—No, este lugar no es el mismo —dijo Eris, y se puso de pie— Vámonos — nos dijo.

—Cuando todo esto pase, regresen —nos reiteró Nina—. Me gustaría hablar contigo, Eris.

—Sí, sí, claro —dijo mi esposa despreocupadamente, y así salimos de la sala principal del santuario de la espada.

Eris se detuvo y miró atrás con nostalgia.

—Este lugar ya no es el mismo —dijo con decepción en su rostro.

Cuando salíamos, el mismo chico que salió huyendo traía dos espadas de madera y le pidió un duelo a Eris.

—Cuanto corto —Eris lo derrotó de un solo golpe.

—Debes mejorar tu postura, tu manejo aún es deficiente. Debes entrenar más —le dijo secamente, devolviendo la espada de madera.

—Muchas gracias, reina del filo —le dijo el tipo, haciendo una reverencia a Eris, y así salimos del santuario sin cumplir la misión. Esto había sido un fracaso. No pudimos encontrar a Gal Farion y no solo eso, tampoco pudimos reclutar ni a Jino Britts ni a Nina Farion. Debería volver en un par de meses, si es que no pasaba algo grave, pensé.

—Bien, ¿y ahora qué haremos? —dijo papá.

—Tú partirás a la Sharia. Las chicas están por graduarse de la universidad, y quiero al menos estar con ellas cuando se gradúen. Pero ante todo, vas a enviar a Rinia y Purcena a las diferentes sedes de mercenarios, y tú irás también, quiero que ordenes la búsqueda de Ruidjerd. Necesito contactarlo y no tengo idea dónde estará. Lo último que dijo es que estaría en los bosques al noreste del continente central.

—Está bien. Enviare a esas dos a averiguar y pondré una recompensa por información —dijo papá.

—Bien —dije, extendiendo un pergamino que lo enviaría de regreso a casa.

Una vez enviamos a papá a la Sharia, yo y Eris, en otro pergamino, nos transportamos a la sede mercenaria de Millishion, donde me encargué de decirle al director de esta sede que buscábamos a un Superd, y que necesitábamos contactarlo, aunque solo ordene tenerlo presente, ya que lo más probable es que Ruidjerd aún esté en el Continente central. De hecho, también preguntaría por él en la zona de conflicto.

Una vez con eso listo, me dirigí a la catedral de Milis, donde hablé un rato con Cliff, a quien le expliqué la situación y le dije que estuviera atento a mis mensajes que le enviaría a través del grupo mercenario.

—¿Cómo está Liz, Rudeus? —preguntó Cliff.

—Bien, está bien y Clive igual, se la pasa jugando Con Lucy y Lara, por cierto Lara ya sabe hablar .Oh Claro casi lo olvido. Tú , ¿maldito desgraciado, supe que estuviste unos días en la Sharia y no nos visitaste?

—Hey, idiota, estabas en el continente demoniaco y tuve que regresar de inmediato. Solo tenía un día libre y bueno Liz me uso todo el día.

—Bien, bien bueno me imagine algo así cuando Silphy me contó qee Elinalise llego a dejar a Clive a casa diciendonquenestabas de visita y no regreso hasta el anoche a buscarlo jajaja. Escucha Cliff le dejaré dicho a la bendita que ante cualquier problema, ella te de un permiso especial. Así que, por favor, Cliff, si pasa algo (...).

—Tranquilo, viejo, estaré ahí —me dijo. Finalmente, nos despedimos con un abrazo y fui a hablar con la bendita, a quien le expliqué lo que pasaba. Ella escuchó, me sonrió y ordenó darme un permiso para transitar en la zona de conflicto como un enviado de la iglesia de Milis. Además, voy a usar el apellido Latreia por si tengo problemas. También le dije sobre Cliff y que le diera un permiso especial por si lo necesitaba, a lo que volvió a firmar un documento y ordenó entregárselo a Cliff, el cual lo autoriza a dejar sus funciones apenas fuera requerido por la alianza.

—Te lo agradezco, bendita —le dije a la chica que estaba rodeada de los guardianes de Anastacia y por ahí entremedio Therese, a quien ni siquiera le di una mirada.

—No te preocupes, Rudeus. Te debo mi vida, es lo menos que puedo hacer por ti.

—¿Y cómo se porta Darth Vader? —dije, mirando a su bestia guardiana.

—Oh, él es muy bueno, me cuida mucho y siempre está conmigo. Le gusta que le acaricien el lomo, es muy suave —dijo sonriendo.

—Me alegro, bendita, y ya sabes, si te pasa algo solo avisame y vendré a ayudarte.

—Oh, no te preocupes, desde que pasó el incidente de hace un año, mi vida no corre peligro.

—Me alegro saberlo, y perdona que te lo diga, pero te vez muy bien, has bajado mucho de peso.

—Oh, sí, salgo a correr todos los días y balanceo la espada como me enseñaste tú, Lady Eris, ¿Lady Eris?

Pero cuando miramos a Eris, esta tenía su cabeza hundida en el pecho de Dath Vader, frotando su cara contra las plumas del búho.

—Perdona a mi esposa, bendita, ella es así con los animales, le encantan.

—Jajaja, no te preocupes, General. Si necesitan cualquier cosa, no duden en venir.

—Lo haré —dije, haciendo una reverencia.

—Y ustedes, más les vale cuidar a la bendita —le dije a los guardianes.

—No se preocupe, General, daríamos la vida por ella —dijo procesión fúnebre, con una reverencia.

Realmente la bendita, ahora que empezó a hacer ejercicio, se volvió una mujer muy hermosa. Apuesto que si trajera a Rinia, podría oler las feromonas de varios de estos calenturientos.

—Vámonos, Eris.

—No quiero.

—ERIS, VAMONOS.

—No quiero, Rudeus, Darth Vader es muy suavecito.

Tuve que sacar a Eris casi a la fuerza mientras hacía un puchero.

Antes de irme, hablé con mi abuelo, explicándole la situación y le dije que le diera saludos a la abuela Claire. Y así salimos de Milishion, y en un bosque cercano, extendí un pergamino que nos llevaría a unas ruinas en la zona de conflicto.

Llegamos al reino de Gardenia, que en estos momentos estaba extremas tensiónes con el reino de Necrina. Así que la situación no era la mejor con los ejércitos de ambos países en estado de alerta. Con Eris, decidimos hacernos pasar por aventureros que exploran laberintos, ya que Kalman III es un aventurero Rango SS, y así debería ser más fácil llegar a él.

—¿Y cómo lo encontraremos, Rudeus? —pregunto Eris.

—Bueno, Orsted dijo que es un fanfarrón idiota. Eso debería hacerlo fácil de encontrar. Siempre le gusta presentarse con mucha pantomima y de manera actoral y dramática .

—Suena como un imbécil.

—Sí. Orsted dice que tiene la edad de Paul, pero se ven y se comporta como un niño idiota. Hubiese preferido buscar a Kalman II, pero Orsted dice que Aleksander tiene posibilidades de ser apóstol, por lo mismo, su sed de ser reconocido como héroe y superar a su padre, podría hacer que confíe en el hombre dios, a pesar de que Kalman II y Kishirika siempre le dijeron que no debía confiar en él. Pero te repito, Orsted dice que es un idiota.

—¿Y si se vuelve loco? ¿Cómo lo derrotamos?

—Orsted dice que el tipo es muy poderoso, y peor aún, Kajakut le da un gran poder de ataque. Pero Orsted dice que es fácil hablar con él. Ya me dijo cómo lidiar con él, que le contara una historia y el tipo se interesaría en ello, amenos que ya se un apóstol en cuyo caso deberemos pelear.

—Bien, lo que digas —dijo Eris, mientras nos dirigíamos a Kira, la capital de Gardenia.

Este país tiene paisajes hermosos. Lástima que esté en este lugar que es como el sudeste asiático en la guerra fría. ¿Recuerdan la guerra de Vietnam? Pues algo así, aquí las grandes potencias pelean entre sí tratando de influir en esta región, tal como lo hacía EE. UU. y la URSS en Vietnam, Camboya, Laos, Birmania y toda esa mierda que pasó en esos países en esa época. Aquí es exactamente lo mismo, solo que medieval.

Tras un día de caminata, llegamos a la capital, Kira, que olía a mierda y orina al no tener alcantarillado y las ratas caminaban por la calle como cualquier ciudadano . Lo más parecido a viajar en el metro de París, pasear por el río Sena, o sentarte frente a los campos elíseos mientras las ratas te piden migas de tu sandwich como si fueran palomas.

—¿Por qué paramos aquí, Rudeus?, dijo Eris

—Bueno, Orsted dijo que Kalman tiene su cuartel cerca de aquí, así que pasaremos al gremio de aventureros a preguntar dónde está o si han escuchado de el.

—No entiendo. Si es el Dios del Norte, ¿no debería tener un lugar donde enseñar sus técnicas?, cuestionó Eris.

—No, como te dije, él solo está obsesionado con ser un héroe y superar a su padre. Además, el equivalente al santuario de la espada del Dios del Norte vendría a ser el Fuerte Necross, y por otro lado Kalman II enseña sus técnicas recorriendo el mundo.

—Mmmm, qué desorganizados son —dijo Eris.

—Bueno, Eris, salvo Japón, en mi mundo anterior, el estilo de esgrima en la época , en que aún no se usaban fusiles, era muy parecida al estilo del Dios del Norte. La gente se mataba con espadas, hachas, lanzas, alabardas, escudos y arco y flecha.

—Mmmm, ya veo. Seguro yo era del país de Nanahoshi en mi otra vida.

—Sí puede que si, pero sabes creo que la katana es muy sobrestimada. De hecho, los españoles derrotaron y mataron a varios Ronin en una batalla en las Filipinas, hace cientos de ellos, y usando espadas roperas y lanzas, pero no le digas a Nana que pienso que la Katana esta sobrestimada, no quiero que se enoje.

—Debes hablarme más de la historia de ese mundo o le contaré lo que dijiste a Nana.

—Siempre lo hago, y por favor no se lo digas amor.

Oye Mira, ahí está el gremio. Preguntémos si han escuchado de Aleksander.

Cuando entramos, una voz familiar resonaba en el ambiente. Cuando miré, ahí estaba ella: pelo rubio, ahora más largo que antes, ojos azules, y un hermoso arco compuesto en su espalda.

—¿Quién es ella, Rudeus? —dijo Eris molesta , que se dio cuenta de que me había quedado mirando a la dirección donde hablaban las chicas.

—Debemos largarnos , Necrina atacará pronto y podría pasarnos algo —dijo la rubia.

—No es buena idea. Si salimos, podríamos ser capturadas de todas maneras, además están esos idiotas de los caballeros de Milis —dijo otra chica.

La líder escuchaba la opinión de todas y pensaba qué hacer. A esa chica también la conocía. Me pidió un duelo hace ya varios años.

De pronto, una chica maga de trenzas se dio vuelta y me quedó mirando, abrió mucho los ojos al verme. Creo que se llama Alisa, según recuerdo.

—Sara, es tu ex novio, el ex novio de la líder está aquí.

—¿De qué habla esa mujer, Rudeus? Como que ex novio —me dijo Eris con una vena en la frente.

—Rudeus, eres tú —me dijo de pronto Sara, sonrojada y con una sonrisa.

—Ha pasado un tiempo, Sara —le dije.

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