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Chapter 171 - Pacto de por vida, el regreso a Biegoya

Mientras los pedazos de Atofe se regeneraban poco a poco, Roxy me habló.

— Rudy, ¿por qué no la atacas ahora que está en ese estado?

— No, amor. Orsted me dijo que si hacía eso, Moore lo tomaría como un ataque hostil y ordenará a la guardia atacar. Debemos dejar que se regenere y ahí volver a derrotarla hasta que ella se rinda. ¿Eris, me estás tocando el culo bajo la armadura?

— ¡Eres tan sexy con esta cosa puesta, Rudeus! Te imagino apareciendo épicamente para defender una de las 12 casas, cómo en esa historia que me contabas cuando niña.

Oye, ¿por qué no la usas esta noche y apareces por la puerta, mientras yo y Roxy te esperamos en lencería, y nos dices: "Ustedes están en el laberinto de la casa de Géminis, y nunca podrán salir" y luego ríes como un maníaco. Huy, de solo pensarlo me pone cachonda.

— ¿En serio eso te excita Eris ? Eso me asustaba cuando lo vi pon primera vez en mi otra vida .

— ¿¡Pffff, eras marica eras en tu otra vida!?

— Ya cállate y concéntrate en Atofe, que está a punto de regenerarse, —le dije.

Mientras Eris me contaba de su extraña fantasía sexual, yo estaba atento a que podría hacer Moore y los guardias, quienes murmuraban entre ellos:

— Oye, ¿y qué se supone que hagamos? Ese tipo destruyó a su majestad, ¿debemos atacar?

— Ustedes son idiotas —dijo otro caballero— No reconocen esa armadura, ese es el Dios de la lucha.

— ¡Qué? Maldita sea, nos va a matar a todos. ¿Ese no fue el tipo que derrotó a Kishirika en la segunda guerra humano demonio?

— Yo creí que la armadura sería más grande, Dijo otro

— ¿De qué hablas? Se ve aterradora.

— ¿Viste cómo la golpeó y la sacó volando de un solo golpe?

— Sí, ¿y qué demonios fue esa magia?

— No lo sé, parecía electricidad como cuándo nos atacó hace cuatro años, pero esta era diferente. Esa explosión destruyó a la reina, nunca vi que una magia le hiciera algo así, ni menos con la armadura negra puesta.

Esos eran los murmullos que escuchaba desde el público, mientras Atofe ya había recuperado su forma. Eris apretó el agarre de su espada y Roxy estaba tras de mí con su báculo firme en sus manos.

Atoferatofe estaba ahí de pie frente a mí, desnuda, y me miraba aún con furia en su cara.

No me ayudaba nada que estuviera desnuda ahí por si debíamos volver a pelear , ya saben, tiene unas lindas tetas, más pequeñas que las de Eris, pero su piel azul no se ve nada mal. Debe ser lo más parecido a hacerlo con Pitufina, pensé. La mujer es muy atractiva si dejas de lado su lado psicópata. Por cierto, es peli blanca natural, si saben a lo que me refiero 😉.

Ella estaba ahí parada en silencio.

— ¿Vamos a seguir peleando? —pregunté.

Atofe me miró y al fin dio un largo suspiro. — No, no es necesario, me rindo —dijo, y se dejó caer al piso. Rápidamente, Moore llegó con una manta y tapó su cuerpo desnudo. Ella se sentó y me miró por largos minutos, examinándome de pies a cabeza, hasta que finalmente habló.

— ¿Lo recuerdas, Moore?

— No, mi señora. Yo aún no nacía durante la segunda guerra entre demonios y humanos.

— Oh, claro, es cierto —dijo Atoferatofe, que hablaba increíblemente calmada, muy diferente a su actitud de siempre—. En ese tiempo, Kishirika había resucitado y volvió a unir a los demonios bajo su mando. En ese tiempo, ella aún tenía un gran poder, no como ahora que solo quiere comer y recorrer el continente. En aquel entonces, todos éramos leales a ella. En fin, Kishirika unió a los demonios que en ese entonces vivíamos por todo el mundo, y logramos someter a los humanos poco a poco. Los derrotamos, y huyeron a las montañas y a los bosques. Asura estaba rodeado, y solo faltaba un ataque masivo para hacerlos caer, cuando de pronto esa armadura apareció. En ese tiempo, la usaba un humano llamado Aldebarán, y nos empezaron a derrotar. Los humanos se hicieron muy fuertes, aprendieron magia de la tribu dragón y esgrima de la tribu de los elfos, que en ese entonces aún se consideraban una tribu humana.

Yo ataqué el sur del continente central, y Aldebarán me derrotó y me selló por dos mil malditos años, y así los débiles humanos nos derrotaron. Una vez Carl me dijo que esa es la fuerza de los humanos: su capacidad de aprender de sus errores y mejorar.

— ¿Ahora, que Dios de la lucha, me vas a sellar nuevamente? —me preguntó.

Yo me quité el casco y la miré.

— Yo no soy el Dios de la lucha, majestad. Esta armadura la creé yo y mis amigos, no hace mucho.

— ¿En serio? Vaya, si que han llegado lejos los patéticos humanos. Ya han alcanzado a la tribu dragón, que mi padre jamás pudo derrotar.

— Majestad, no vine a matarte, solo he venido a pedir tu ayuda.

Atofe me miró y sonrió.

— Me derrotaste, héroe. Acepto mi derrota y seré tu aliada mientras tú estés con vida.

— Gracias, majestad —dije, mientras Eris y Roxy respiraban más aliviadas, y yo me sacaba la armadura que volvía a su estado de objeto, lo que impresionó a Atofe. Me puse mi túnica y mis espadas, y envié la armadura de regreso a la cabaña con otro pergamino. Atofe y los guardias miraron esto pasmados.

— ¡Bien! —gritó Atofe—. Preparen un banquete y traigan alcohol. Rudeus Greyrat, te doy el título de héroe, y ahora celebraremos la muerte de la reina demonio —dijo Atofe, poniéndose de pie, mientras los guardias rápidamente corrían a cumplir las órdenes.

— ¿Qué estás mirando, Rudeus?

— ¿A qué te refieres, Eris?

— Rudy, deja de mirar a la reina demonio. No has dejado de mirarle las tetas todo este tiempo— me dijo Roxy

— Lo siento, amor.

— Y así empezó el banquete. Atofe se puso ropa interior y una armadura, pero por alguna razón no se puso la parte de arriba y estaba con las tetas al aire, bebiendo jarra tras jarra de la cerveza que le envió Orsted.

— Ahhhh, ¡delicioso ! Solo falta Carl aquí conmigo y esto sería perfecto. ¡Vamos, peleen, imbéciles! —le gritaba a unos caballeros ya sin armadura, que tenían una pelea de box en la arena, aunque en realidad la que peleaba era Eris, que aún tenía energía. Ya había noqueado a tres, pero estaba teniendo problemas con un demonio con cara de lagarto. La verdad, Eris sin la espada, si bien es una buena peleadora a mano, no es tan buena en artes marciales como Paul o yo, a pesar de que le enseñó a pelear con las tácticas de Urupen. En fin, finalmente Eris logró derrotarlo. Mientras Roxy la curaba, Eris apuntó a Atofe.

— ¡Te reto a ti, reina demonio!

— Wuajajajaja, eres una demente, cabeza de fuego, pero acepto. Me agradas y eres valiente, solo por eso te daré el título de héroe —dijo, mientras se agarraba a puñetazos con Eris.

— Señor Greyrat. Señor Greyrat —me decía Moore, llamando mi atención, yo estaba con Moore en otro lugar haciendo las negociaciónes, pero en ese momento estaba mirando a Eris.

— Sí, perdón, ¿qué pasa?, le dije

— Tranquilo, nada le pasará a su esposa. Quiero hablarle de sus peticiones, con respecto a buscar a este tal Geese y Kishirika, no hay problema.

— Oh, muchas gracias.

— No tan rápido. Usted deberá ir a dejar las cartas a los diferentes reyes demonios de parte de mi señora Atoferatofe, ya que nosotros desconocemos dónde están los círculos de teletrasportacion .

Solo con una carta de su majestad, los reyes demonios aceptarán ayudarlo.

— Bien, con esto Geese no tendrá dónde huir.

— Sí, y con respecto a la emperatriz, deberíamos encontrarla pronto. Yo creo que máximo en un año. Pero con respecto a Laplace y la sede de mercenarios, hay problemas. Mi señora aún está agradecida por el Dios demonio, quien rompió el sello y la libero, y si bien la reina no ataca a los humanos ahora, ella siente que tiene una gran duda con Laplace. Además, usted en ochenta años ya no estará aquí.

— Sí, lo sé. Bueno, está bien, mientras me ayude con Geese.

— Sí, cuente con ello, y con respecto a ese servicio de inteligencia, no lo recomiendo. Atofe es aliada de usted, pero eso no incluye a sus organizaciones. Puede abrirlas, pero podría tener conflictos con mi señora u otros reyes demonios.

— Sí, entiendo. Bueno, creo que con Atofe será suficiente por ahora.

— Me alegro que entienda, general. Permítame decirle que usted es mucho más poderoso desde la última vez que nos vimos.

— Bueno, he entrenado mucho bajo las órdenes del Dios dragón.

— Ya veo. Mi señora está muy impresionada con usted, pero recuerde, ella peleó con todo contra usted y la derrotó en buena ley, pero mi señora, en una batalla real, usa todos sus recursos, es decir, a toda su guardia.

— Lo sé.

— Sabe, curiosamente, eso mi señora lo aprendió de los humanos, quienes siempre se apoyaban unos con otros para hacerse fuertes. Además, aprendió mucho de ellos cuando estuvo casada con el señor Kalman. Por cierto, antes de que se me olvide, tome esto, es para usted. Cuando tenga problemas y su vida esté en peligro, no dude en abrir esto —me dijo, pasándome una cajita negra—. Esto es un presente de mi señora para usted. Mantengalo siempre a su lado.

— Lo haré —le dije—. Por cierto, ante cualquier cosa, llámeme por la tablilla que le di y vendré enseguida.

— Así lo haré, general.

— ¡MOORE, VEN AQUÍ, Y TRAE A RUDEUS! —gritó Atofe. Cuando miramos, Eris estaba noqueada en el suelo, mientras Roxy le lanzaba curación.

— Me senté a comer al lado de Atofe, mientras Moore hacía un show de magia. Después, unos soldados hicieron malabares y acrobacias, incluso uno era cantante y otro músico. Esa fue la parte que más me gustó, la verdad. Cantaban sobre las hazañas de Atofe, Necross La Cross, pero sobre todo de Kalman I y sus hazañas. Creo que en el fondo, Atoferatofe aún sigue enamorada de Carl Ryback, pero algo me estaba molestando, algo que no me dejaba disfrutar esto, y creo que ya saben qué era: las bellas tetas azules de Atofe y sus rosados pezones. A cada rato, mis ojos se desviaban a esos cachorros.

De pronto, sentí que Eris me tiraba de la oreja.

— ¡Qué demonios estás mirando, idiota!

— Auch, auch, auch, me duele. No miraba nada, amor.

Mientras, Roxy se sentó en mi regazo y me tapó la vista de Atofe.

— Wuajajajaja, ¿qué es esto? ¿Por qué hacen eso, si son hermanos? ¿Son degenerados? —nos preguntó Atofe con mala cara.

— No, mi señora. Nunca nos dejó explicarle, pero somos esposos, por eso llevamos el mismo apellido.

— Wuajajajaja, ahora sí es entiendo , Wuajajajaja —dijo Atofe, quien siguió bebiendo y comiendo.

Esa noche, ella nos asignó una habitación donde Eris se volvió loca con nosotros dejándo a Roxy y a mi totalmente derrotados, demostrando porque Eris es el hombre de la relación . Al día siguiente, partimos a dejar las cartas a los reyes demonios, usando los círculos de teletransportación que Orsted nos dio en unos pergaminos.

Fuimos a visitar a varios reyes demonios, y todos son muy diferentes unos de otros. Había uno que tenía cabeza de cerdo, se veía bastante aterrador, pero sin embargo, estaba feliz con mis presentes, y se asustó mucho con la carta de Atofe, mostrando por qué ella es la reina demonio más temida del continente, ademas la carta decía que yo la había derrotado y que era un héroe, muchos de estos reyes se orinaron cuándo leyeron esto, o pidieron clemencia, pero la mayoría exclamó sorprendido —Oooh un Héroe—. Luego fuimos con otro que era transparente, y tapaba su cuerpo con una bata. Había uno que solo era una esfera con varias bocas donde salía olor a vómito. Orsted dijo que era el más peligroso, pero solo bastó la carta de Atofe para que nos recibiera bien. También había uno que parecía un Moái, como esos que están La isla de Rapa Nui, ya que solo era una cabeza cuadrada con grandes ojos, aunque no entendió cuando le dije iorana . Y así, una gran variedad de reinas y reyes demonio. La verdad, me parecieron gente bastante razonable y algunos bastante agradables, había pensado que serían unos lunáticos violentos como Atofe, aunque la verdad eran una mezcla entre el carácter de Badigadi y el rey demonio del laberinto de la biblioteca. El único problema es que no me aseguraron aliarse contra Laplace dentro de ochenta años, aunque sí hubo varios que dijeron que jamás se aliarían al Dios demonio, pero reclutarlos sería misión para más adelante o para mi sucesor en el futuro.

Y así estábamos repartiendo las cartas y órdenes de búsqueda de Geese y Kishirika, cuando llegamos a la ciudad de Rikaris, la cual nos traía recuerdos a los tres. Roxy pasó mucho tiempo aquí como aventurera cuando salió de su aldea, mientras que Eris y yo estuvimos mucho tiempo aquí con Ruidjerd trabajando de aventureros, sin contar mi primer encuentro con Kishirika, cuando vine con Cliff, Zanoba y Elinalise.

Fuimos al castillo de Kishirika con la esperanza de encontrar a Badigadi, pero el soldado a cargo dijo que Badigadi no se ve hace años por aquí. Así que me concentré en seguir visitando a los reyes demonios que nos faltaban. Pero por esa noche volvimos a la posada, después de hacer un delicioso trío con mis esposas, y mientras mirábamos las estrellas, ahí los tres desnudos en la cama por una gran ventana, Roxy me habló.

— Oye, Rudy, amor, ¿puedo ir a ver a mis padres? Solo serán unos días. Iré a decirles que estoy bien y volveré. No tomará mucho tiempo, lo juro.

— ¿Qué? ¡Claro que no irás sola! Yo voy a ir contigo.

— No te preocupes Rudy, iré sola

— ¡Claro que no, iremos los cuatro! Mañana iré por Lara y viajaremos a tu aldea.

— ¿Para qué llevaras a nuestra hija? —preguntó Roxy.

— Vamos amor, a tus padre les encantará conocer a su nieta.

— Yo no iré —dijo Eris.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Bueno, solo deben ir ustedes. No te preocupes, estaré aquí tranquila. No golpearé a nadie mientras no estés —dijo Eris sonriendo—. Además, aprovecharé para matar monstruos.

— Está bien —dije.

Al día siguiente, de madrugada, me transporté a casa, donde ya eran cerca de las ocho de la tarde, por el huso horario. Cuando llegué, tomé veinte monedas de oro, varias cajas con barras de chocolate, saqué unos kilos del azúcar de Malta que compré en Milishion y muchos dulces como ofrenda, además de tela y unos cristales mágicos. Cuando salí del sótano, Lucy saltó en mis brazos.

Luego de besarla y acariciarla mucho, Silphy me preguntó si estabamos bien, así que le conté que todo marchaba bien hasta ahora y volveríamos en unas semanas, pero le expliqué que venía por Lara.

Tomé a mi hija y los regalos y me disponía a irme, cuando Silphy me habló.

— Rudy, ya tengo siete meses. ¿Estarás aquí para el parto?

— Claro, amor, claro que estaré aquí. No te preocupes, volveré pronto, le dije acariciando su rostro y luego me agache a besarle su barriga.

Justo en ese momento, llegó Nana, que estaba de compras, y corrió a abrazarme. Así que le expliqué todo nuevamente. Una vez que Silphy y Nanahoshi estuvieron más tranquilas, y le prometí a Lucy qué iríamos a comer pasteles a mi regreso, me teletransporté al continente demoniaco.

Roxy ya había comprado un lagarto para viajar, y así empezamos nuestro camino a la aldea Migurd.

Mientras viajábamos, y se hacía de noche, creamos un refugio en altura para nosotros y el lagarto. Con Roxy y Lara, mirábamos el paisaje árido de Biegoya, que al atardecer tiene su encanto, que me recuerda a mi mundo anterior, bueno ya saben excepto por los monstruos .

— Mira, Lara, mi amor, ¿ves este lugar? De aquí es mamá azul. Ella nació en este país, y ahora vamos a su pueblo natal para que conozcas a tus abuelitos.

Lara miró a Roxy y se fue a sus brazos.

— Así es, mi niña. Aquí vivía cuándo tenía tu edad, y cuando tenía veinte años, me fui para ser aventurera, después fui a la universidad y unos años después conocí a tu papá en la aldea buena,— le decía Roxy.

— Sí —dije—, aun recuerdo cuando conocí a tu mamá, yo tenía tres años y estaba en brazos de tu abuelito Paul, y tu mami tenía treinta y nueve y estaba en la puerta de mi casa. Auch, no me golpees, Roxy.

— No le digas eso a nuestra hija, tonto. ¿Cómo se te ocurre decirle eso? Va a pensar que yo soy una asaltacunas pervertida.

Mientras yo reía y Roxy estaba con las mejillas infladas y muy molesta, tomé nuevamente a Lara en mis brazos.

— Mami azul no es asaltacunas, amor. Tu mami azul fue mi maestra cuando era niño, pero ella es una Migurd y viven doscientos años, y yo soy un humano. Por eso ahora mamá se ve más joven que yo, y ella se enamoro de mi mucho tiempo después, aunque yo siempre ame a tu mami desde la primera vez que la vi.

Nos reencontramos años después en este continente, en una ciudad al sur llamada Wind Port, ahí nos besamos por primera vez. Yo tenía doce años, y tu mami, cuarenta y ocho. Auch, Roxy, deja de golpearme.

— No le cuentes esas cosas a Lara, Rudy —me volvió a regañar Roxy, quien me arrebató a Lara.

— Escucha, hija, no pasó así como dice el tonto de tu papá. En primer lugar, él fue quien me besó. Y segundo, considerando lo que vivimos los Migurd, era como si tuviéramos casi la misma edad. Además, tu papi es un reencarnado, así que no cuenta.

Después de eso y contarles una historia para relajarlas en especial a Roxy qué estaba de mal humor, comimos algo y miramos el cielo nocturno.

— Esto me recuerda cuando viajé con tu tío Ruidjerd. Él es un amigo mío, hija. Algún día lo conocerás. Él es un Superd y es como mi hermano mayor —le dije— Lara me miraba con los ojos muy abiertos, pero sin expresión. — Algún día te llevaré a donde nací yo. Si todo sale bien, debo llevar a Edward a la aldea buena para bautizarlo. Los llevaré a todos y les mostraré de dónde vengo —le dije, besando la frente de mi hija.

Esa noche nos dormimos abrazados los tres.

Unos días después, en la aldea Migurd, mientras los chicos, que en realidad eran hombres, estaban frente a una gran olla preparando la comida, y las mujeres estaban con los niños, Rokary caminaba con leña hacia su casa, cuando de pronto la dejó caer, por la impresión. Frente a ella estaba Roxy, a quien no veía hace diez años. A su lado, un humano vestido de gris con espadas en su cintura, y en los brazos de Roxy, una niña de pelo azul, idéntica a Roxy cuando era una niña, aunque un poco más grande que un niño Migurd de esa edad.

— ¡Roxy, cariño! Volviste —dijo Rokary.

— Hola, mamá, regresé. ¿Cómo estás? ¿Dónde está papá?

— Debe estar con el jefe de la aldea. Lo llamaré —dijo, mientras miraba en silencio hacia todos lados, mientras nosotros nos acercábamos a ella. Podía ver cómo los Migurd nos miraban con curiosidad. De seguro saludaban a Roxy por telepatía, pero esta no escuchaba nada, y podía ver su incomodidad en su rostro.

Varios niños miraban a Lara, y esta también los miraba con mucha curiosidad.

— Roxy, cariño, ¿quién es esa niña y ese hombre?

— Es mi hija y mi esposo, mamá. Me casé hace cinco años.

— Pero él es un humano.

— Ya me di cuenta, mamá. Oye, ¿podemos entrar a casa? Sabes que me incomoda esto, y Rudy, cuándo se pone nervioso, empieza a hablar estupideces.

— Oye, yo no hablo estupideces, amor.

— Oh, por favor. Durante el camino solo le contaste tonteras a Lara.

— ¿Aún estás molesta por eso, amor? Pensé que la historia de Eso el payaso era divertida.

— Estuve toda la noche con miedo Rudy.

— Pero si te dije que no existe, ademas Lara sonreía.

— Vengan, síganme —nos interrumpió Rokary, y nos hizo entrar a su casa, mientras tomábamos asiento en el piso, en unas pieles de coyote pax, le hablé a Lara qué estaba en mis brazos.

— Mira, mi amor, esta era la casa de mamá azul. ¿Y ves a esa señora que se parece a mami? , es tu abuela —le dije en idioma humano, que Rokary no entendió.— Linda casa —dije volviendo al idioma demoniaco —. ¿Dónde dormía Roxy cuando era una niña?

— ¡Oh, por allá! Aún tengo sus juguetes. Era una niña muy linda, aunque siempre fue arisca. Pero ¿cómo fue que usted se casó con Roxy? Usted es humano, y tan guapo, ademas siempre han habido tensiones entre humanos y demonios. Además, Roxy siempre fue una chica tan arisca.

— Deja de decir eso, mamá, decía Roxy sonrojada

— ¿Roxy se comporta bien como esposa humana? ¿Cumple con sus deberes?

— ¿Cuáles Deberes? —pregunté confundido.

— Sí, mamá, cumplo con mis deberes. ¿No ves que tengo una hija? —dijo Roxy sonrojada.

— ¡Aaaah! Esos deberes —dije—. Bueno, sí, cumplimos con los deberes casi todas las noches

—¡Rudy, cállate!, ¿como se te ocurre decirle eso a mi mamá? —me dijo Roxy, sonrojada.

— Pero tu mamá le está preguntando, amor—le dije

— Escucha, mamá. Rudy tiene otras tres esposas, y esas preguntas, es algo personal, —le dijo Roxy

— ¿Creí que los humanos solo tenían una esposa? —preguntó Rokary

— No, esos son los de la religión Milis. Nosotros no profesamos de esa Fé, ademas vivimos en Ranoa muy lejos del Continente Milis — le dije

— Oh, ya veo.¿Entonces el es como el jefe de la aldea? .

— Sí, algo así —dijo Roxy.

— Oh, perdón, yo preguntando cosas personales y no me presenté. Disculpe mi educación, soy Rokary Migurdia, mucho gusto.

— Me llamo Rudeus Greyrat, pero ya habíamos tenido el placer de conocernos, suegrita, quiero decir, señora.

— ¡Ah, sí? Disculpe mi mala memoria, pero no lo recuerdo.

— Fue hace diez años. Estuve aquí con Ruidjerd Superdia y Eris, una chica pelirroja. Nos regalaron una espada.

— La última vez que vimos a Ruidjerd, él vino con unos niños humanos, que… ¡No puede ser! ¿Eres el niño humano que llamó suegro a Rowin?

— Así es, señora. Perdone por la tardanza del anuncio, pero desposé a su hija.

— Estoy muy feliz —dijo Rokary—. La última vez que Roxy estuvo aquí, con una elfa y un enano, ella dijo que ustedes eran novios, pero no asocié a ese niño contigo. Has crecido mucho, ya eres un humano adulto. A veces olvido que ustedes crecen rápido.

— Espere, espere. ¿Roxy decía que era mi novia? ¿Es eso cierto, mi amor?

— Mamá, no me avergüences. Esa fue la tonta de Elinalise, que les decía tonteras a mis padres.

— Pero, hija, al final tenía razón. Aquí estás casada y con una hija con este chico. Estoy tan feliz Roxy nunca pensé en verte casada con una familia .

— Bueno, si lo miras desde ese punto de vista —dijo Roxy—. Por cierto, ¿y papá?

— Ya viene —dijo— En ese momento, Lara miró a la entrada.

— Rowin está aquí —dijo Rokary.

Era el momento de hablar con papito suegro.