Al mediodía, almorzaron juntos. Como vivían en el mismo pueblo, Madre Liu y Padre Liu planeaban llevar a Xiao Li y Liu Hua de vuelta después del almuerzo.
Pero después del almuerzo, Liu Hua miró a su familia y dijo —Padre, Madre, tengo algo que decirles.
Al verla tan seria, todos estaban curiosos. Miraron a Xiao Li, pensando que quizá lo había enfadado o algo así.
Notando sus miradas, Liu Hua dijo —Esto no es culpa de Ah Li. Es mi culpa.
Al escuchar esto, Madre Liu preguntó —Ah Hua, ¿qué pasa? Si cometiste un error, debes disculparte. Ah Li no te culpará.
Debajo de la mesa, Xiao Li sostuvo la mano temblorosa de su esposa y dijo —Ah Hua, yo lo diré.
Luego, miró a sus suegros, tomó una respiración profunda y dijo —Padre, Madre, Ah Hua y yo tenemos un hijo. Planeamos traerlo de vuelta para criarlo. Por lo tanto, antes de traerlo de vuelta, queremos que todos lo sepan.
En cuanto terminó de hablar, Liu Pan se levantó bruscamente, lo agarró por el cuello y lo golpeó fuerte.
