Después de asearse, Lu Jueyu fue a la cocina para velar por los niños. Aunque no cocinaba, quería estar allí. De esa manera, si algo sucedía, podría protegerlos y los niños no resultarían heridos. Después de todo, la cocina es un área peligrosa, llena de fuegos y objetos punzocortantes.
Cuando el cielo se iluminó, Li Chenmo se despertó y fue a la cocina. Al ver a su esposa charlando con los niños, se acercó a ellos. Inclinándose, besó la frente de su esposa y dijo, —Buenos días, esposa.
—Buenos días, esposo —dijo Lu Jueyu y besó la barbilla de su marido.
Al verlo, Dong Li lo saludó —Buenos días, padre adoptivo.
—Buenos días, Xiao Li —dijo Li Chenmo y le dio una palmadita suave en la cabeza.
Dong Huang se acercó a él, abrazó su pierna y dijo —Buenos días, padre.
—Mhmm, buenos días, Xiao Huang.
A diferencia de su esposa, Li Chenmo solo palmoteaba la cabeza de sus hijos cuando lo saludaban.