Madre Su respiró aliviada y dijo —Madre te preparará gachas y te conseguiré agua para que te refresques.
Al escuchar las palabras de su madre, Su Anna asintió. Miró la espalda de su madre mientras ésta abandonaba la habitación. Cuando se quedó sola, miró por la ventana y vio el cielo azul.
Pensando en las palabras del hombre viejo en su sueño, apretó los puños y dijo —¿Por qué debo rendirme? ¡Li Chenmo es mi esposo, y nunca me rendiré con él!
Justo cuando terminó de hablar, un trueno sonó de repente en el cielo, sobresaltándola.
Se puso pálida, miró al cielo brillante y dijo con terquedad —¡Aunque tenga que enfrentarme al peor destino por el resto de mi existencia, nunca me daré por vencida! Él es mío, ¡nadie puede detenerme!