—Hermano Ling, si te sientes aburrido, puedes irte primero. Quiero quedarme con Jueyu un rato —susurró Pan Meijia.
Sintiendo su cálido aliento rozando su barbilla, los ojos de Ling Yun se oscurecieron. Se inclinó hacia ella y bajó su voz a propósito—. No estoy aburrido, te acompañaré.
Cuando ella escuchó su voz baja y sexy susurrándole al oído y sintió su cálido aliento acariciando su oreja, la mente de Pan Meijia se quedó en blanco y su rostro se puso rojo al instante.
Ling Yun miró con satisfacción el cuello, las mejillas, y las orejas sonrojadas de su chica. «Ella es tan coqueta y encantadora», pensó él. Al ver sus lóbulos de las orejas rosados, no pudo resistir la tentación de acercarse y besarla suavemente.