En este momento, Dong Li estaba lleno de gratitud hacia su madre. Fue bueno que su madre hubiera traído más agua, así al menos podía limpiar su cuerpo. ¿De lo contrario, cuán incómodo sería si tuviera que esperar hasta llegar a la casa alquilada para poder asearse?
Sin ser consciente de los pensamientos de su hijo, Lu Jueyu colocó la toalla usada en una pequeña cesta de bambú dentro de una de las grandes bolsas. Esta cesta se usaba para guardar sus toallas sucias y utensilios. Ella la lavaría cuando llegaran a la casa alquilada.
Cuando miró por la ventana, el sol ya había salido en el horizonte. Sintiéndose hambrienta, sacó las botellas de bambú y le dio una a su suegro y otra a su hijo.
—Padre, beba algo de agua primero antes de que comamos —les recordó.
Padre Li asintió y tomó la botella de bambú, —Mhmm.
Después, sacó un paquete y un tarro de salsa de carne. Dentro del paquete había una pila de pan plano. Además de eso, también sacó un tarro de galletas.
