—Oliendo la fragancia, Pan Meijia tragó rápidamente el panqueque en su boca y dijo felizmente: «Jueyu, ¡hiciste pastel de jujube!».
—Lu Jueyu sabía que a su amiga le gustaban los pasteles de jujube, así que le pasó el paquete y dijo: «Hice más, así que puedes comer todo lo que quieras».
—Pan Meijia no mostró ninguna pretensión y aceptó los pasteles. Sosteniendo los pasteles en su mano, levantó el pulgar a su amiga y dijo: «¡Jueyu, eres la mejor!».
—Rápidamente le pasó un trozo de pastel de jujube a su novio y dijo: «Hermano Yun, tú también pruébalo. El pastel de jujube de Jueyu estaba delicioso. Le añadió un poco de miel para hacerlo más fragante».
—Cuando Li Lingyun escuchó esto, asintió y dijo: «Tú también come».
—Justo cuando estaba repartiendo los pasteles de jujube, vio a su amiga abriendo otro paquete y vio veinte Ruojiamo apilados ordenadamente.
—«Jueyu, ¿a qué hora te levantaste para preparar estos desayunos?» —preguntó sorprendida Pan Meijia.