Liu Hua asintió y dijo:
—Así que, si vuelves ahora, te sacarán la sangre. Cuando pierdas todo tu dinero, te venderán a una viuda o a un solterón por dinero.
Liu Piao tomó la mano de su prima y dijo:
—No te preocupes. Nunca planeé vivir con mi padre. Desde el día que mi hermanastra me empujó al río y él optó por golpearme, ya no anhelaba su amor paternal. No había manera de que me obligaran a vivir con mi padre ahora que ya no era una niña.
—Prima, es genial que tengas esa idea. ¿Qué tal si vives conmigo? Puedes quedarte en el cuarto actual. Hablaré con Ah Li sobre esto, creo que no se negará —sugirió Liu Hua.
—Gracias, pero tampoco planeo vivir aquí —Liu Piao sonrió.
—Hermana, ¿te preocupa que te pida dinero para la comida? Mi marido no te pedirá tu dinero, así que quédate.
Después de escuchar sus palabras, Liu Piao sonrió y explicó: