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—Esposa, ¿sigues ocupada? —preguntó Li Chenmo.
Alzando la vista, ella sonrió a su marido y dijo:
—Ya casi termino. Una vez que termine la sopa de frutas, todo estará listo.
Li Chenmo le entregó a su esposa la toalla húmeda y fresca y dijo:
—Enfríate un poco.
Tomándola agradecida, Lu Jueyu sonrió:
—Gracias, Marido.
Echando un vistazo a las estufas, donde las ollas hervían sobre pequeños fuegos para mantener calientes los platos, Li Chenmo se volvió hacia la gran tina de sopa de frutas.
—¿Cuántas frutas se necesitaron para llenar esta tina? —preguntó.
—Usé todo lo que teníamos en el almacén y agregué más del espacio. Las frutas no son un problema, pero necesitábamos mucha miel —dijo ella con un suspiro.
Al oír esto, Li Chenmo se acercó, arreglando el cabello de su esposa mientras hablaba en voz baja:
