Otro día pasó, y esta vez, Dani con Abel viajaron al Stewart Manor en carruaje para asistir a la boda de Krisha. En silencio, se sentaron frente a su amiga, y Dani podía sentir lo que Abel sentía por cómo sus ojos se demoraban en ella a pesar de que ella miraba directamente por la ventana.
Hasta ahora, Dani todavía no le había dado una respuesta sobre hacer real lo que había entre ellos. Aún lo estaba meditando incluso cuando ya sabía que la respuesta que quería darle era un simple sí. Y aun así, todavía no quería decir esa palabra. Quería ver cuánto duraría su paciencia hacia ella.
—Deja de mirar —murmuró ella con un puchero.
—No puedo —Abel sonrió con suficiencia—. Te ves tan seductora hoy.
Dani tragó saliva en el momento en que se volteó hacia Abel, viendo cuán intensamente la estaba observando casi con descaro. Probablemente era por el vestido que llevaba puesto, que su madre había elegido para ella ese día.