—Esto funcionará, seguro...
Rosela tarareaba para sí misma mientras fisgoneaba en el Palacio Amaranth. Habían pasado algunos días desde la reunión de los clanes, y con el relativo descenso en el número de eventos que debían suceder, supuso que ahora sería un buen momento para poner su plan en acción.
—¿D-Dama Rosela?
—Ah, estás aquí —saludó al sirviente que había llamado personalmente dentro del Palacio Amaranth. La chica era joven y manipulable, con la que de hecho mantenía una relación de trabajo a lo largo de sus años de cumplir con sus obligaciones. —Quiero que hagas algo por mí.
—P-Por supuesto —asintió con entusiasmo el sirviente—. ¿Qué es lo que requiere de mí?