La mirada penetrante y peligrosa de la mujer no pasó desapercibida para los agudos ojos de Mineah. No obstante, esa mirada maliciosa desapareció rápidamente, dando paso a una sonrisa encantadoramente tenue.
—Su Majestad, creo que lo mejor es que descanse primero —señaló Rosela—. Ya se ve tan pálida y enferma. A este ritmo, podría caer enferma. Además, los Ritos de Acoplamiento es algo que no debería realizarse tan imprudentemente con un humano ni siquiera en los mejores días.
«¡Esta víbora venenosa!» Mineah contestó interiormente con dientes apretados.
A pesar de su rostro aparentemente inocente, esta Rosela obviamente conspiraba contra ella. Solo leer los pensamientos de la mujer ya estaba haciendo hervir su sangre.