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Llegaron frente a una enorme residencia construida en la montaña de roca negra. Arlan miró hacia arriba a la imponente puerta de entrada y las altas columnas, sintiendo una sensación de asombro ante la arquitectura etérea, tan diferente a todo lo que había en el reino humano. El lugar estaba inquietantemente silencioso, como si no hubiera sido tocado por visitantes.
—Esta es la residencia de la Princesa Esmeray. Antes pertenecía a su madre, la reina anterior, y más tarde se le pasó a la Princesa —explicó Xyron mientras usaba magia para abrir la puerta—. Aunque no se permite la visita de nadie, el lugar permanece intacto. Todos ustedes pueden quedarse aquí cómodamente.
—No planeamos quedarnos aquí mucho tiempo, así que no importa —respondió Arlan.