—Quédate ahí mismo si no quieres morir —la voz enojada de Oriana resonó dentro de la cámara mientras miraba al demonio vestido en un atuendo sobrio de guerrero.
En respuesta, Xyron se arrodilló sobre una rodilla.
—Mi señora, Princesa Esmeray, Xyron, el general del ejército del reino demonio, le saluda.
—No me importa quién eres. Todo lo que quiero es salir del infierno de aquí —gruñó ella, con la ira creciendo en su interior.
Liberada del poder del Señor Demonio, Oriana ahora podía usar su poder hasta cierto punto a pesar de su cuerpo débil. Miró el enorme jarrón colocado en la esquina de la cámara y, en el siguiente momento, voló hacia Xyron.
¡Crash!
Antes de que pudiera alcanzar a Xyron, un poder colisionó con él, y el jarrón se convirtió en cenizas. Oriana, no sorprendida por ello, solo podía mirarlo fijamente.