—Ha sido convocada a la corte real. Prepárese rápidamente —instruyó Arlan.
—¿A la corte real? —preguntó ella sorprendida—. ¿Por estrangular a esa zorra?
Arlan asintió y tiró de la cuerda de la campanilla en la cámara.
—Sí, Su Alteza —vino la voz del sirviente desde afuera.
—Traiga rápidamente una comida para Su Alteza. No la caliente, solo tráigala tal cual.
—Sí, Su Alteza.
Entendiendo la urgencia, Oriana dijo, —Déjeme tomar un baño rápido —y se giró hacia la cámara lateral. Pero Arlan la retuvo en su lugar y la guió para que se pusiera frente al espejo. —No es necesario. Ya se ve fresca.
—Pero aún así...
—Si pierde tiempo bañándose, no tendrá tiempo para comer. Y no quiero arriesgarme a llevar a una demonio hambrienta y molesta a la corte real. Quédese aquí; iré a buscar su ropa —dijo él.