Cuando Oriana despertó, descubrió que el sol ya estaba alto. —Sigo durmiendo tarde. Pero entonces recordó que no era su culpa sino de Arlan, ya que él la había hecho dormir de nuevo después de hacer algo indecente con ella.
Bueno, ¿indecente? Ella no podía negar que le encantó.
Arlan no estaba, como de costumbre, en la cama. Mientras Oriana se sentaba para salir de la cama, él entró en la habitación, bien vestido, luciendo en todo su esplendor como el enigmático Príncipe Heredero del reino.
—Buenos días —la saludó él, su voz suave.
Sorprendida, Oriana subió las cubiertas hasta su barbilla. —Mañana.
Su mirada y sus pensamientos parecían cautelosos, como si él estuviera tramando algo indecente de nuevo y no la dejara salir de la cámara.
—Pareces estar bien, y nuestra forma de curarte parece haber funcionado perfectamente —dijo mientras caminaba hacia ella.