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Oriana se apartó, su mirada se encontró con el par de intensos ojos azules frente a ella. La sorpresa se mantuvo en ellos, reflejando su propio asombro ante su repentina audacia. Retiró sus manos de sus hombros, preparándose para retroceder, sorprendida por su propia osadía.
Pero antes de que pudiera retroceder, una mano firme rodeó su cintura, atrayéndola de vuelta contra su sólido torso, obligándola a encontrarse con su mirada una vez más.
—Tenías la intención de consolarme, pero esto no será suficiente —comentó, mirando a sus hermosos ojos que se veían aún más atractivos con el toque de timidez en ellos.
Oriana se dio cuenta de que él había discernido sus motivos al acercarse a él. Confundida, luchó por encontrar una excusa.
—Yo... Yo solo estaba... —Sus palabras vacilaron, incapaces de formar una explicación coherente.