—Pareces cansada —observó Yorian, su mirada fija en Oriana.
Antes de que pudiera responder, una voz a su lado interrumpió.
—Somos una pareja recién casada. ¿No es normal que ella se vea cansada? —Oriana lanzó una mirada de enojo a Arlan, desconcertada por su perpetua grosería hacia Yorian. Sus intercambios nunca parecían desviarse de lo ácido.
—Creo que es así —Yorian contraatacó con una sonrisa burlona.
—Señora Evanthe, ¿vamos a otro lugar para que estos dos puedan seguir escupiéndose veneno? —Oriana interrumpió, su paciencia agotándose. Estaba ansiosa por ayudar a su abuelo, no por soportar esta charla.
—¿Vamos? —Evanthe se rió en respuesta.
—No hay necesidad —Arlan interrumpió—. Por favor, continúen con el propósito de su visita.
Con la guía de Evanthe, Oriana se adentró en los detalles del remedio que habían ideado para sus pesadillas.
—...así que, el Príncipe Arlan actúa como un escudo para prevenir su intrusión —Evanthe concluyó.