Mientras otros creían que la pareja disfrutaba de un romance en su apogeo, la realidad dentro de ese mirador permanecía siendo un misterio.
Oriana intentó empujar a Arlan, pero él la había atrapado eficazmente entre el sólido pilar y su inquebrantable figura. Sus manos estaban aprisionadas en su firme agarre, mientras su otra mano sujetaba fuertemente su pelo en la parte trasera de su cabeza. Su boca se presionaba agresivamente contra la de ella a través del velo que los separaba, sus acciones toscas e intensas como una tormenta.
Había logrado silenciarla, poniendo fin a su burla y provocación. Sin embargo, eso no era suficiente para la inquieta bestia dentro de él, anhelando liberarse de las restricciones para reclamar a su compañera, especialmente cuando ella emitía un aroma tan tentador.