"Oriana entró en la cámara de Arlan y lo encontró de pie junto a la ventana, con una inusual calma a su alrededor. Al observarlo, no pudo evitar sentir la soledad que parecía envolverlo.
Por un breve momento, Oriana se encontró recordando a Arlan, que había estado lejos del reino, al que había sido juguetón y poseía el espíritu de un alma libre. Sin embargo, a su regreso, no pudo evitar percibir cómo parecía agobiado por interminables preocupaciones.
Arlan había detectado su presencia en su cámara en el momento en que la puerta chirrió al abrirse, sin embargo, no se volvió para reconocerla. Pero no podía negar su presencia y su aroma era suficiente para calmar su mente inquieta.
—Saludos, Su Alteza —le ofreció.
Al no recibir respuesta, Oriana procedió a poner una bandeja sobre la mesa antes de volver la mirada hacia él. Entendía su aparente indiferencia hacia ella.
—Su Alteza, deseo disculparme por mi error esta mañana —admitió.