"La mirada de Arlan recorrió su cuello. Era impecable y la parte de abajo estaba cubierta por su camiseta y chaqueta. No tenía que luchar para ocultar nada. Él estaba satisfecho consigo mismo.
—Cumplí con mi palabra —dijo él.
Pero de pronto deseó ver su obra de arte en su piel y deseó arrancarle la camisa. Sus manos casi se estremecieron, deseando moverse hacia ella pero…
—La Señora Ria devolvió este abrigo, Su Alteza —habló Oriana.
Se sentía nerviosa bajo su mirada, que podía sentir incluso con la cabeza bajada. Necesitaba romper este silencio y lo hizo.
Arlan simplemente miró aquel abrigo.
Oriana habló de nuevo, —Lo lavaré y…
—No hace falta —escuchó su voz profunda sobre su cabeza.
Ella lo miró. —Pero…
Él la miró intensamente a los ojos. —Este abrigo lleva su aroma y no quiero que se lave.
El corazón de Oriana palpitó fuertemente y saltó un latido. Quedó repentinamente en silencio mientras lo miraba incrédula. Parecía tan romántico al oído pero...