Al ver a Oriana en el foyer, dirigiéndose hacia los cuartos de los sirvientes, la expresión de Neil se iluminó como un hermano al ver el regreso de un hermano menor. Corrió en su dirección, sonriéndole agradablemente.
—¡Orian! ¡Finalmente, has vuelto!
Se rió del comportamiento tonto de su compañero asistente.
—Hablas como si hubiera estado fuera durante cinco años. Sabes que estuve en la mansión contigua a nosotros, ¿verdad?
—Aunque estuviste cerca, nunca llegué a verte ni a tu sombra. Debo decir que te extrañé aquí. No solo yo, sino también Damien y…
Su mirada se posó en Rafal, que estaba bajando las escaleras desde el primer piso.
—Incluso Sir Rafal te echó de menos también.
—¿De qué estás hablando? —Rafal los miró con desdén.
—S-Sir Rafal, has estado preguntando por Orian…
—¿Por qué prestaría atención a la ausencia de este chico del pueblo? —Rafal lo interrumpió.
—Lo siento, Sir Rafal —dijo apresuradamente Neil, pero su expresión no mostró ningún arrepentimiento.