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La caliente palma de Caleb Mamet cayó sobre su hombro, acariciando la piel delicada con un toque frío. Él estuvo en silencio por un momento, y sus ojos de repente se volvieron ardientes —¿Estás segura de que no te lo pondrás?
Su guapo rostro se inclinó de repente, sus ojos llenos de ternura, pero con un toque de humor. El aura de intrusión emanaba de todo su cuerpo, haciendo que el corazón de Xaviera Evan latiera locamente.
Al ver que ella no respondía, el hombre bajó su voz —Está bien.
Empezó a plantar innumerables besos en la clavícula de Xaviera Evan. Su aliento caliente la envolvía, encendiendo una serie de escalofríos; sus fríos labios gradualmente se volvían calientes, demostrando un toque de impaciencia y fiereza, dejando sus marcas en su piel de marfil.
Después de bastante tiempo, Caleb Mamet finalmente levantó la vista, lamiendo sus labios insatisfecho y preguntó ronca y prolongadamente —¿Sra. Mamet, todavía no te lo pones?