—Xaviera Evans, te compadecimos y queríamos dejarte adoptar a nuestros hijos. Tú no tienes niños, ¿quién cuidará de ti cuando seas vieja? —dijo alguien enojadamente.
¡Bang!
—Xaviera Evans violentamente golpeó la taza de café de la mesa al suelo, haciéndola añicos. La sala de reuniones quedó en silencio, llena de un aura ominosa.
—Solo tengo veinte años, ¿cómo saben que no puedo tener hijos? ¿Suponen que soy incapaz o que Caleb Mamet lo es? Nuestros genes son excelentes, cualquier hijo que tuviéramos sería sin duda guapo e inteligente, a diferencia de tu descendencia deformada —¡incluso adoptarlos sería vergonzoso para mí!
—Todos ustedes pueden tener hijos, ¿por qué yo no? ¿Cómo pueden estar tan seguros de que no puedo dar a luz a un heredero perfecto? ¿O piensan que Caleb Mamet está muerto? —El rostro de Xaviera se oscureció, una sonrisa sanguinaria tiró de la esquina de su boca. Si Will Mamet quería armar un escándalo, ella iba a acompañarlo.