—Señorita Flack, ¿cómo está el plato que preparé? —preguntó Caleb con delicadeza.
Yvette no se atrevió a masticar, se lo tragó entero.
—Está delicioso...
—La señorita Flack tiene buen gusto. Lástima que a Xaviera no le guste —Caleb levantó una ceja y sonrió levemente.
Yvette apretó los dientes y volvió a agarrar sus palillos, con las manos temblando.
Su expresión oscilaba entre una sonrisa y vergüenza, revelando finalmente una expresión distorsionada.
—Mientras esté hecho por Caleb, me gusta.
Ella lo soportaría, al menos era más comprensiva que Xaviera.
Yvette se obligó a dar otro mordisco, y Caleb mostró una sonrisa. Con el tiempo, ni siquiera se dio cuenta de que estaba llena.
Xaviera abrió mucho los ojos. Yvette lucía tan delgada, pero se comió dos o tres platos de comida.
—Parece que a la señorita Flack realmente le gustan mis platos. No los desperdicies, vamos a llenarnos y subamos primero —Caleb rió y asintió.
Con eso, se llevó a Xaviera.
—... —Xaviera.