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—¿Me estoy volviendo loca? Tú y Yvette Flack, esta perra pequeña, os metisteis en la cama juntos, ¿y me dices que la loca soy yo? —Jenny Green gruñó con los dientes apretados, su voz al borde de la histeria.
Will Mamet miró a la multitud fuera de la puerta, su cara extremadamente avergonzada. Yvette, en el suelo, lo miró con profundo afecto y dijo débilmente:
—Will...
Los ojos de Yvette estaban llenos de lágrimas, mientras sollozaba lamentablemente:
—Anoche ya me permitiste llamarte por tu nombre. Admito que la elección de anoche fue mía. Aunque eso no es justo para la Sra. Jenny, si te gusta alguien, tienes que luchar por él, especialmente después de lo que hicimos anoche...
Al escuchar la voz suave y débil de Yvette, el corazón de Will se derritió instantáneamente, y la miró lleno de simpatía, deseando poder abrazarla tiernamente.
Jenny Green observó el intercambio coqueto de la pareja, su corazón ardiendo de rabia. Gritó enloquecida:
