—Ven conmigo —dijo el hombre indiferente—. Su voz profunda llenaba de presión. Toda la villa parecía estar llena de una atmósfera escalofriante.
Xaviera Evans frunció el ceño, sin entender por qué.
—¿Qué pasa? Cuando subieron al coche hace un momento, todo estaba bien. ¿Por qué de repente se volvió infeliz?
Entrando al dormitorio, Caleb Mamet tiró casualmente su abrigo, se sentó en el sofá, aflojó su cuello, revelando su definido cuello, su cara fría y seria.
—Cuando te pregunté antes cómo te enfrentarías a la familia Campbell, dijiste que eras débil y tímida, y que no irías contra ellos, ¿verdad?
La boca de Xaviera se contrajo ligeramente. Esa había sido la conversación entre ella y Caleb cuando estaban acostados en la cama la noche anterior. En aquel momento, ella había estado tratando de mantener su frágil y delicado disfraz, por lo que había dicho algunas tonterías, y luego al día siguiente, había golpeado a Anna Campbell.
Xaviera se sintió un poco culpable.